Qué significan los nuevos aranceles de Donald Trump para La Rioja: Vino y automoción en peligro

La amenaza de Donald Trump se ha convertido en una realidad. El golpe ya es oficial.

En lo que Donald Trump bautizaba como el ‘Día de la liberación’, el presidente de Estados Unidos confirmaba una medida que ya se temía en los sectores económicos europeos, nuevos aranceles que sacuden con fuerza la economía del continente y que, de lleno, afectan a La Rioja.

Aquí, donde cada botella de vino es mucho más que un producto comercial, donde representa historia, tradición y el esfuerzo de generaciones, la noticia ha caído como un mazazo. Estados Unidos es un mercado clave para muchas bodegas riojanas que han trabajado durante décadas para abrirse camino en un país donde el vino de Rioja se ha consolidado como símbolo de calidad. Ahora, todo ese esfuerzo está en peligro.

 120 millones que La Rioja exporta a EE UU  

Los números son claros y preocupantes, alrededor de 120 millones de euros están en la cuerda floja. La automoción, otro pilar fundamental de la economía, se enfrenta a un gravamen del 25% en la exportación de vehículos y componentes, lo que puede generar pérdidas significativas en un sector que ya lucha por mantenerse competitivo. Y el vino, nuestro vino, aunque ha esquivado la amenaza inicial de un 200% de arancel, tendrá que lidiar con un impuesto del 20% que encarecerá el producto y podría reducir su demanda en el mercado estadounidense.

CONSECUENCIAS ARANCELES TRUMP

Las consecuencias no tardarán en sentirse. En las cooperativas, en las bodegas y en las empresas familiares que han conseguido ganarse un espacio en el exigente mercado norteamericano, en las cifras de exportación que, hasta ahora, han ido creciendo año tras año. Solo en 2024, Estados Unidos se consolidó como el segundo mayor destino para los vinos de Rioja, con 10,5 millones de litros comercializados. Sin embargo, este no es un escenario nuevo. Ya en su anterior mandato, Trump impuso un arancel del 25% a los productos agroalimentarios europeos, lo que afectó gravemente las ventas de vino en EE.UU. y obligó a muchas bodegas a replantear su estrategia de exportación.

INCERTIDUMBRE Y FUTURO

Ahora, el sector vitivinícola vuelve a enfrentarse a la incertidumbre. El futuro que parecía prometedor se nubla con un impuesto que no solo encarece el producto, sino que amenaza con cambiar el rumbo de muchas empresas, sobre todo de aquellas más pequeñas que dependen en gran parte de las exportaciones a Estados Unidos. En un mercado tan competitivo, donde los consumidores pueden optar por vinos de otros países sin aranceles tan elevados, el riesgo de perder cuota de mercado es real.

Además, el impacto no se quedará solo en las bodegas. Las cooperativas, los pequeños productores y toda la industria auxiliar que gira en torno al vino, desde el transporte hasta el etiquetado y la distribución, sentirán el golpe. En un sector que emplea a miles de personas en La Rioja, esta medida podría traducirse en recortes, menos inversión y un freno en el crecimiento que tantas empresas habían logrado en los últimos años.

La pregunta ya no es si habrá consecuencias, sino hasta dónde llegarán. ¿Cuántas bodegas podrán aguantar esta nueva presión fiscal? ¿Cuánto tiempo tardará el sector en adaptarse o encontrar alternativas? Mientras las respuestas llegan, una cosa es segura,  el golpe ya es oficial y el futuro, una incógnita cada vez más inquietante.

Ante este escenario, el director general de Fondos y Relaciones con la UE del Gobierno de La Rioja, Jesús Ángel Garrido, está defendiendo en el Comité de las Regiones una iniciativa para que la Comisión Europea impulse negociaciones diplomáticas con Estados Unidos. 

La Comisión Europea juega un papel clave en esta problemática, ya que tiene la capacidad de negociar acuerdos comerciales en representación de los Estados miembros. La propuesta de La Rioja busca que la UE refuerce su estrategia diplomática para frenar medidas que comprometan seriamente las exportaciones riojanas. El resultado de estas negociaciones será determinante para el futuro del sector vitivinícola riojano en el mercado estadounidense.

La Rioja plantea garantizar la competitividad del sector con programas específicos y con estratégicas de desarrollo que impliquen una financiación europea adicional.