El pasado oscuro que comparten un pueblo de Navarra y Logroño: el juicio que horrorizó a Europa
La Rioja es tierra de vino, paisajes, gastronomía y leyendas. Pero también es escenario de uno de los episodios más oscuros y estremecedores de la historia de España

El juicio que estremeció a Europa
Logroño - Publicado el
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La Rioja es tierra de vino, paisajes, gastronomía y leyendas. Pero también es escenario de uno de los episodios más oscuros y estremecedores de la historia de España, el juicio contra las brujas de Zugarramurdi.
En noviembre de 1610, la capital riojana vivió un espectáculo macabro que marcaría para siempre el destino de once personas acusadas de brujería. Seis de ellas morirían en la hoguera en la Plaza del Ayuntamiento de Logroño, ante una multitud que aplaudía entre la superstición, el miedo y el fanatismo.

(Foto de ARCHIVO)Parte de la conocida como Cueva de Zugarramurdi, a 1 de mayo de 2021, en Zugarramurdi, Navarra (España). Hasta el siglo XVII, esta cueva fue escenario de akelarres, reuniones paganas en las que había festines desenfrenados, danzas en torno a hogueras y orgías. El lado más abierto del túnel se llama ‘Sorgin Leze’ (cueva de las brujas, en euskera) y la parte más estrecha se conoce como ‘Akelarre Leze’ (cueva del akelarre).Eduardo Sanz / Europa Press06 MAYO 2021;BRUJAS;MUSEO;ORINAL;GALERÍA;CULTURA06/5/2021
Zugarramurdi: del rumor al horror
Todo comenzó en un remoto valle del Pirineo navarro, donde los rumores de aquelarres y encuentros con el diablo comenzaron a extenderse como un incendio. En Zugarramurdi, pequeñas comunidades comenzaron a acusarse entre sí de brujería.
Las confesiones públicas de María de Simildegui y María de Juregui, que aseguraban haber participado en rituales nocturnos, avivaron una llama que pronto se convertiría en una caza de brujas descontrolada. Fueron mujeres arrepentidas de practicar la brujería y que ayudaron a desencadenar el proceso inquisitorial en Zugarramurdi, acusando de ser brujas a otras mujeres y hombres de la zona.

(Foto de ARCHIVO)Algunos de los objetos que conforman el Museo de las Brujas, en Zugarramurdi, Navarra (España), a 1 de mayo de 2021. Situado en un viejo hospital rehabilitado, este museo busca dar a conocer el entorno y la vida cotidiana en Zugarramurdi y alrededores a principios del XVII. Durante esta época, la población de la zona fue víctima de varios procesos inquisitoriales y de un ambiente de pánico relacionado con el mito de la brujería. El municipio de Zugarramurdi destacó por un proceso en concreto que concluyó con 11 personas condenadas a morir en la hoguera.Eduardo Sanz / Europa Press06 MAYO 2021;BRUJAS;MUSEO;ORINAL;GALERÍA;CULTURA06/5/2021
El miedo cruzó los Pirineos
Desde el otro lado de los Pirineos, llegaban historias de brujos y brujas ejecutados en masa. En Europa, entre los siglos XVI y XVIII, más de 100.000 personas fueron juzgadas por brujería. Unas 60.000 murieron quemadas en la hoguera, la mayoría en Alemania, Suiza, Polonia y Francia.
España no fue ajena a esta locura colectiva, aunque, paradójicamente, la Inquisición española fue más escéptica que las cortes seculares. Sin embargo, en el caso de Zugarramurdi, el asunto acabó en manos del Santo Oficio.
53 procesados y una plaza abarrotada
Tras meses de pesquisas, torturas y testimonios en su mayoría arrancados con violencia, el tribunal inquisitorial de Logroño dictó sentencia contra 53 personas, de las cuales 31 fueron formalmente acusadas de brujería.
El 6 de noviembre de 1610, se celebró un auto de fe multitudinario en la Plaza del Ayuntamiento. El espectáculo atrajo a gentes de toda la región. Seis personas fueron quemadas vivas, y otras cinco, que habían muerto en prisión, fueron representadas en efigie.

(Foto de ARCHIVO)Logroño acuerda pedir la declaración del Auto de Fe de 1610 como Fiesta de Interés Turístico RegionalREMITIDA / HANDOUT por AYUNTAMIENTO DE LOGROÑOFotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma30/3/2023
Un inquisidor
Entre todos, destacó una figura que desentonaba con la crueldad dominante, el inquisidor Alonso de Salazar y Frías, que tras estudiar las pruebas y escuchar los testimonios, denunció que ninguna acusación tenía fundamento real.
Fue conocido como "el abogado de las brujas", y sus informes posteriores sirvieron para que la Inquisición fuera más prudente en juicios posteriores. Sin embargo, ya era tarde para las víctimas de Logroño.
El crimen de la brujería
Las acusaciones eran tan escandalosas como absurdas, volar por los aires, bailar desnudas con demonios, devorar niños. La histeria colectiva se impuso y la verdad quedó enterrada bajo las cenizas de la hoguera.
El auto de fe duró dos días completos. Se leyó cada acusación en voz alta. Las familias de los reos lloraban, la gente se santiguaba y la hoguera ardía con la convicción ciega del fanatismo religioso.
Una crónica de la época decía, "y tras haber oído tantas y tan grandes maldades, en dos días enteros que duró el auto, nos fuimos todos santiguándonos a nuestras casas."
¿Qué aprendimos de este episodio?
Poco, a juzgar por la historia. Porque aún hoy La Rioja conserva las cicatrices de aquel juicio, aunque muchas veces se escondan bajo las piedras de sus calles o en la bruma de sus leyendas. Del horror a la memoria
Hoy, en Zugarramurdi existe un Museo de las Brujas. En Logroño, las huellas del auto de fe se recuerdan cada año porque recuperar esa memoria es clave para entender que la superstición, cuando se vuelve poder, siempre acaba en tragedia.