Menorca cuenta con unos 8.000 autónomos que sostienen la economía local
El expresidente de ASCOME, Vicente Cajuso, celebra la marcha atrás del Gobierno en la subida fiscal y advierte de la necesidad de políticas adaptadas a la realidad insular

Entrevista a Vicente Cajuso, ex-presidente de ASCOME
Menorca - Publicado el
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Menorca cuenta con unos 8.000 trabajadores autónomos, una cifra que refleja el peso de este colectivo en el conjunto de la economía insular. Comerciantes, restauradores, profesionales de servicios, transportistas o emprendedores conforman un entramado fundamental para el empleo y la actividad económica, especialmente en los municipios medianos y pequeños.
Sin embargo, este grupo continúa siendo uno de los más expuestos a los cambios legislativos y fiscales, así como a la competencia de las grandes cadenas y las plataformas de comercio electrónico.
El reciente repliegue del Gobierno central en su intención de aumentar la carga impositiva a los autónomos ha sido recibido con alivio entre los profesionales del sector. La medida, que habría supuesto un incremento de cotizaciones y de costes para miles de pequeños empresarios, generó una fuerte reacción en todo el país. En Menorca, la noticia ha sido acogida como un respiro en un momento marcado por la incertidumbre económica y la presión de los gastos fijos.
Entre quienes valoran positivamente la decisión se encuentra Vicente Cajuso, expresidente de la Asociación de Comerciantes de Menorca (ASCOME), que en declaraciones a Cope Menorca, subrayó que los autónomos “no pueden ser siempre el eslabón más débil” y reclamó una mayor sensibilidad hacia las pequeñas economías locales.
Un sector clave para el empleo y la economía circular
Los autónomos sostienen buena parte de la actividad económica de la isla, no solo por el empleo directo que generan, sino también por su efecto multiplicador en el territorio. Los beneficios y el consumo de las pequeñas empresas se quedan en Menorca, alimentando la llamada economía circular: el dinero circula entre negocios, proveedores y familias locales, fortaleciendo el tejido productivo.
Por el contrario, cuando la actividad se concentra en grandes plataformas o cadenas internacionales, la riqueza tiende a salir de la isla. Cajuso y otros representantes empresariales llevan años alertando de ese fenómeno, que reduce la competitividad de los comercios de proximidad y pone en riesgo la diversidad económica del territorio.
A las dificultades derivadas de la globalización se suman la burocracia, las cotizaciones elevadas y el aumento de los costes operativos, factores que en muchos casos comprometen la viabilidad de los pequeños negocios. Según los datos del propio sector, en España cerraron más de 14.000 comercios durante 2024, y uno de cada tres correspondía a trabajadores autónomos.
La situación es aún más delicada en territorios insulares, donde el transporte, los suministros y la estacionalidad encarecen la actividad. Por ello, desde el ámbito empresarial se pide una fiscalidad diferenciada para Menorca, que tenga en cuenta las particularidades de un mercado limitado y geográficamente aislado.
Desafío de futuro: mantener la identidad del comercio menorquín
A pesar de las dificultades, el comercio local sigue siendo un referente de identidad y de calidad en Menorca. Cajuso considera que el futuro del sector pasa por apostar por la especialización, la autenticidad y el valor añadido, elementos que permiten competir frente al modelo uniforme de las grandes marcas.
La renovación generacional y la incorporación de herramientas digitales se perfilan también como claves para mantener la competitividad, sin perder el trato personal y la cercanía que caracterizan al comercio de la isla.
Desde ASCOME y otras entidades empresariales se insiste en que el apoyo público será decisivo para mantener el equilibrio entre la modernización y la preservación del tejido comercial tradicional. Se reclaman planes de formación, incentivos fiscales y programas de digitalización que permitan a los autónomos adaptarse a los nuevos hábitos de consumo.
Menorca afronta, por tanto, un doble reto: preservar su modelo económico local y garantizar la continuidad del empleo autónomo. Con unos 8.000 trabajadores por cuenta propia en activo, el futuro de la isla depende en buena medida de que puedan mantener su actividad y adaptarse a un entorno cada vez más competitivo.
La marcha atrás del Gobierno en la subida fiscal ofrece una tregua, pero el desafío de fondo —asegurar la sostenibilidad del pequeño comercio menorquín— sigue plenamente vigente.



