La copropiedad de viviendas premium gana terreno en Menorca como alternativa a la segunda residencia

La presión turística, los precios elevados y el bajo uso de muchas casas vacacionales impulsan en la isla un nuevo modelo de copropiedad, que ya suma varios inmuebles y despierta el interés de familias que buscan flexibilidad sin asumir la compra total de una vivienda

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Cope Menorca

Entrevista con Carlos Gómez, CEO de VIVLA

Ignasi Catchot

Menorca - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La dificultad para acceder a una segunda residencia en Menorca ha abierto la puerta a nuevas fórmulas de propiedad compartida. Se trata de un modelo que permite adquirir solo una fracción de la vivienda y disfrutarla durante unas semanas al año, con la ventaja de compartir los gastos y el mantenimiento con otros propietarios.

En Menorca ya existen seis casas bajo este sistema de copropiedad, todas ellas en zonas consideradas “prime” de la isla, y el fenómeno crece al calor de los problemas que arrastra el mercado inmobiliario local: alta demanda, precios al alza y un parque de viviendas turísticas que permanece desocupado gran parte del año.

Una respuesta al mercado de la vivienda

El atractivo de Menorca como destino turístico ha tensionado el mercado residencial, encareciendo tanto el alquiler como la compra de segundas residencias. Para muchas familias, adquirir una casa de uso vacacional resulta casi imposible, y quienes lo hacen se enfrentan a los elevados costes de conservación de un inmueble que en la práctica solo disfrutan unas pocas semanas al año.

En ese contexto aparece la copropiedad, una fórmula que permite a los compradores escriturar legalmente una parte del inmueble ante notario y decidir de antemano el tiempo de uso que desean: desde seis semanas hasta medio año. Así, se reparte tanto la inversión inicial como los gastos de gestión y mantenimiento, que corren a cargo de sociedades especializadas que se ocupan de todos los aspectos prácticos.

El modelo no es exclusivo de Menorca. En España ya se contabilizan más de sesenta viviendas bajo este sistema, según datos del sector, pero la isla balear se ha convertido en uno de los destinos preferentes gracias a su fuerte demanda turística y al interés de inversores nacionales e internacionales.

El encarecimiento de la vivienda en Baleares es uno de los factores que explican este auge. Según estadísticas oficiales, el precio medio por metro cuadrado se sitúa en niveles históricamente altos, lo que limita el acceso a la propiedad tanto a residentes como a compradores de fuera. Frente a esta realidad, la copropiedad se presenta como una vía intermedia que permite acceder a una vivienda vacacional sin asumir la carga total de la inversión.

Impacto económico, social y urbanístico

Uno de los argumentos a favor de este sistema es que las casas permanecen ocupadas la mayor parte del año. Mientras las segundas residencias tradicionales suelen estar vacías más del 80% del tiempo, en la copropiedad el uso medio supera el 80% de ocupación, lo que genera actividad económica en temporada baja y reduce la estacionalidad del turismo.

Además, los defensores de esta fórmula destacan su impacto positivo en la sostenibilidad urbanística: ocho familias pueden compartir una sola vivienda en lugar de construir ocho casas diferentes. Esto implica menos presión sobre el territorio, menor necesidad de nuevas edificaciones y una utilización más eficiente del parque residencial existente.

Otro efecto añadido es la reducción del riesgo de ocupación de viviendas vacías. Al estar los inmuebles habitados durante casi todo el año y contar con servicios de gestión y mantenimiento constantes, se minimiza la posibilidad de intrusiones ilegales, una preocupación creciente en zonas de alta presión turística.

En Menorca, la empresa VIVLA gestiona actualmente seis inmuebles de este tipo con precios de entrada que oscilan entre los 150.000 y 225.000 euros por fracción. Se trata de viviendas singulares, con piscina y entre tres y cuatro habitaciones, situadas en enclaves residenciales de alto valor. El modelo contempla que una familia pueda disfrutar de la propiedad entre seis y veinticuatro semanas al año, en función de la inversión realizada.

La tendencia apunta a que la copropiedad seguirá creciendo en España en los próximos años. Firmas especializadas ya han anunciado planes de expansión hacia destinos como Madrid, Mallorca, la Costa del Sol o Portugal, lo que confirma que el fenómeno va más allá de un experimento puntual y podría convertirse en un actor estable dentro del mercado inmobiliario.

Más allá de los números, el interés creciente demuestra que la copropiedad ha encontrado en Menorca un terreno fértil para consolidarse. La combinación de precios elevados, dificultad de acceso a la vivienda y un modelo turístico que busca mayor sostenibilidad ha favorecido que cada vez más familias se acerquen a esta fórmula.

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