El vino de Baleares afronta su gran encrucijada: cae el consumo pero se busca más calidad
El sector vitivinícola de Mallorca percibe un cambio de hábitos en los consumidores, que ahora beben menos y relegan esta bebida a momentos de ocio y celebración

Macià Batle
Mallorca - Publicado el - Actualizado
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El sector vitivinícola se enfrenta a una nueva realidad marcada por la tensión entre la tradición y los nuevos hábitos. Mientras la calidad y el prestigio de los vinos locales, como los de Mallorca, no deja de crecer, el consumo generalizado desciende. Este cambio de paradigma, que se observa a nivel mundial, también afecta a la isla. Para analizar esta situación, Ramón Servalls, gerente de las reconocidas bodegas Macià Batle, explica las claves de un sector en plena transformación.

Un cambio de paradigma global
Servalls señala que la disminución en el consumo de vino es una tendencia global. "Hay una tendencia mundial a la reducción del consumo de vino, por muchos factores, que van desde un cambio de hábitos a un tema económico", afirma. Un ejemplo es Italia, uno de los mayores productores del mundo, que acumula "[mil millones de botellas de vino sin vender]". Esta situación evidencia que el vino ha dejado de ser un pilar en la alimentación diaria, como lo fue para generaciones con una alta actividad física.
Hoy en día, con un tipo de vida más sedentaria, el vino se ha convertido casi en un producto exclusivo de fin de semana"
El perfil del consumidor ha cambiado. La gente joven, influenciada por las tendencias 'healthy', "fuma menos, bebe menos, hace más deporte", apunta Servalls. Además, el relato sobre el vino ha virado. "Hace 25 años la gente recordará aquellas campañas de que el vino era saludable para la salud", comenta, pero "hoy en día ya el relato ha cambiado un poco, ya no es tan bueno". Esta percepción ha frenado el consumo por persona.
La calidad como única salida
Ante este escenario, la estrategia de bodegas como Macià Batle es clara: la apuesta por la excelencia. "Estamos aguantando el golpe" gracias al aumento de la calidad y los premios internacionales que nos permiten entrar en nuevos países, explica el gerente. La meta es que, aunque se beba menos, la experiencia sea más placentera. "Lo que hay es una clara apuesta por la calidad, por hacer unos vinos mejores", insiste.
El vino mallorquín, o es un vino de calidad o no hay futuro"
Servalls subraya la importancia de esta visión para la supervivencia del sector en la isla. Según él, "el vino mallorquín, o es un vino de calidad o no hay futuro". Esta filosofía ha sido fundamental para consolidar la reputación de los caldos de la región, que viven un momento de gran reconocimiento.
El papel clave del turismo
El auge del vino mallorquín está íntimamente ligado a la llegada del turismo alemán en los últimos 30 años. "Les sorprendió descubrir que en esta isla, aparte de paisajes bonitos, teníamos un vino extraordinario", recuerda Servalls. Este interés provocó un 'boom' que disparó el número de bodegas de 15 a más de 120. Los viñedos verdes se han convertido en un atractivo más del paisaje mallorquín.
Para mantener este patrimonio paisajístico y vitivinícola, Servalls recalca que es fundamental el apoyo de todos. Es necesario que tanto los visitantes como, y sobre todo, la hostelería y la restauración local consuman el producto. De su implicación depende en gran medida que los campos de viñedos sigan formando parte del verano mallorquín.




