El arzobispo de Mérida-Badajoz, en el funeral de Fernández Vara : "El amor todo lo vence, y en Guillermo hemos contemplado esta victoria"
Fray José Rodríguez Carballo despide al expresidente extremeño en una homilía en la que quiso destacar la dimensión espiritual del hombre que "prefirió entenderse a confrontarse".

El arzobispo de Mérida-Badajoz, José Rodríguez Carballo, recibe el féretro
Badajoz - Publicado el - Actualizado
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Bajo la impresionante bóveda de la preciosa iglesia de Santa María Magdalena de Olivenza, el dolor humano por la muerte del que fuera presidente de la Junta de Extremadura durante tres mandatos, Guillermo Fernández Vara se transfiguró en esperanza cristiana. El arzobispo de Mérida-Badajoz, José Rodríguez Carballo, elevó su voz en una homilía que supo entrelazar el duelo colectivo con la fe que caracterizó la vida de Guillermo Fernández Vara. Ante un templo abarrotado que incluía al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a la clase política extremeña al completo, el prelado abrió su discurso con una metáfora agrícola tan significativa en esta tierra de agricultores yde campo: "La semilla que cae en tierra extremeña, y muere, lleva consigo la promesa de una cosecha que alimenta el futuro de esta tierra".
Fue un discurso que trascendió lo panegírico para adentrarse en lo espiritual, pero sin eludir las convicciones públicas del difunto. "Guillermo creyó, practicó y testimonió que prefirió entenderse a confrontarse", proclamó Rodríguez Carballo, en una frase que resonó como un epitafio político ante los representantes de formaciones de todo signo. El arzobispo no solo alabó al estadista, sino que definió su actitud vital: "Supo que el verdadero liderazgo no nace del ruido ni de la imposición, sino del servicio silencioso y del diálogo perseverante".
La homilía profundizó en la raíz humana del expresidente, buscando consuelo más allá de los logros terrenales. "Hoy no nos convoca solo la pérdida de un presidente; nos duele la partida de un hombre que amó, que luchó, que sufrió y que, como el trigo del Evangelio, aceptó morir para dar fruto", reflexionó el arzobispo. En este punto, el lenguaje religioso se fundió con el elogio personal, dirigiendo la mirada de los presentes hacia lo esencial: "Su enfermedad fue escuela de humildad y su silencio final, un último acto de coherencia".

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En los pasajes más conmovedores, Rodríguez Carballo se dirigió directamente a la familia de Fernández Vara, reconociendo la dimensión más íntima del dolor. "A vosotros, que habéis compartido el sufrimiento de estos meses, os decimos: no guardáis el recuerdo de un hombre, custodiáis el legado de amor de quien supo que la medida del vivir es el amor que se da". Estas palabras actuaron como un bálsamo en el corazón de los seres queridos, situando la pérdida privada en el centro de la ceremonia pública.
Como broche final, el arzobispo ensambló el testimonio personal con el horizonte de la fe, ofreciendo una síntesis del hombre que se despedía. "El amor todo lo vence, y en Guillermo hemos contemplado esta victoria: la de un hombre que, desde sus convicciones profundas, sirvió a los ciudadanos sin pedir nada a cambio". La despedida en Olivenza no fue, pues, el punto final para una carrera política, sino la consagración de una forma de estar en la vida que, según la homilía, ya está dando fruto en el corazón de Extremadura.