Un error histórico: el rey español que regaló a Francia la legendaria espada ganada en Pavía

La historia de un fallido gesto diplomático que resultó en la pérdida de un tesoro nacional que hoy se exhibe en un museo de París como una rendición

a legendaria espada del rey Francisco I de Francia es un relato de victorias militares, intrigas palaciegas y errores diplomáticos
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espada del rey francés

José Miguel Cruz

Barcelona - Publicado el

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La historia de la legendaria espada del rey Francisco I de Francia es un relato de victorias militares, intrigas palaciegas y errores diplomáticos que ha dejado una herida abierta en el patrimonio histórico español. Este valioso trofeo, ganado en el campo de batalla, fue regalado siglos después en un intento fallido de congraciarse con un enemigo, lo que resultó en su pérdida definitiva. El historiador y miembro de la Associació d'Historiadors de Catalunya Antoni de Capmany, Òscar Uceda, ha reconstruido el fascinante periplo de esta joya, desde su captura en la batalla de Pavía hasta su actual ubicación en un museo parisino.

a legendaria espada del rey Francisco I de Francia es un relato de victorias militares, intrigas palaciegas y errores diplomáticos

Todo comienza en 1525, durante la célebre batalla de Pavía, un enfrentamiento que cambió el curso de las guerras italianas.

Un trofeo ganado en Pavía

Todo comienza en 1525, durante la célebre batalla de Pavía, un enfrentamiento que cambió el curso de las guerras italianas. En esa contienda, las tropas del emperador Carlos V lograron una victoria aplastante sobre el ejército francés, capturando a su propio monarca, Francisco I. Según explica Uceda, el mérito de la captura fue compartido por cuatro hidalgos españoles: el vasco Juan de Urbieta, el gallego Alonso Pita da Veiga, el granadino Diego Dávila y el tortosino Joan d'Aldana.

Como recompensa por su valentía, Juan de Urbieta se quedó con la espada de combate del rey, a Joan d’Aldana le correspondió una pieza mucho más valiosa: la espada ceremonial. Esta no era un arma funcional para la "faena", como la describe el historiador, sino un objeto de gala. "No era apta para el combate, pero sí que era mucho más rica, mucho más espectacular, con incrustaciones de piedras preciosas", señala Uceda. Era la espada que el rey usaba en las grandes ceremonias, como el nombramiento de caballeros.

No era apta para el combate, pero sí mucho más rica y espectacular"

De tesoro real a regalo diplomático

La familia Aldana conservó la espada como un preciado trofeo familiar durante generaciones. Sin embargo, con el tiempo, la pieza acabó siendo cedida a la Corona española a cambio de una pensión vitalicia y otras compensaciones económicas. De este modo, la espada de Francisco I pasó a formar parte de las colecciones de la Real Armería en Madrid, donde permaneció custodiada durante siglos como un símbolo del poderío imperial español.

Su destino cambió drásticamente en marzo de 1808. En un momento de máxima tensión política, con el Motín de Aranjuez, la abdicación de Carlos IV y la proclamación de su hijo, Fernando VII, España se encontraba en una profunda crisis. Mientras tanto, un numeroso contingente de tropas francesas, bajo el mando del general Murat, ya se encontraba en Madrid, teóricamente como aliado, pero con intenciones que pronto se revelarían hostiles.

En un intento desesperado por "caer en gracia" a Napoleón y legitimar su recién adquirido trono, Fernando VII tuvo una idea que resultaría fatal para el patrimonio español.

En un intento desesperado por "caer en gracia" a Napoleón y legitimar su recién adquirido trono, Fernando VII tuvo una idea que resultaría fatal para el patrimonio español.

En un intento desesperado por "caer en gracia" a Napoleón y legitimar su recién adquirido trono, Fernando VII tuvo una idea que resultaría fatal para el patrimonio español. Según Uceda, "no se le va a ocurrir otra cosa que ir a buscar la espada de Francisco I, el rey de Francia, para devolvérsela a los franceses". La intención inicial era entregar la espada de combate, la más sencilla. Sin embargo, sus consejeros le advirtieron que una pieza así "no era propia de un rey" y que, para causar una buena impresión, debía entregar la valiosa espada ceremonial capturada por Aldana.

La pérdida definitiva de la joya

El general Murat recibió la espada con gran agradecimiento en nombre de Francia, pero el gesto de buena voluntad de Fernando VII fue completamente inútil. Poco después, se desató la Guerra de la Independencia (1808-1814), y la familia real española fue obligada a abdicar en Bayona. Una vez finalizado el conflicto, el gobierno español reclamó a Francia la devolución de numerosas obras de arte y tesoros expoliados durante la contienda. La espada de Francisco I estaba en la lista de reclamaciones.

Fue entregada antes del conflicto y de forma voluntaria"

Sin embargo, la respuesta francesa fue tajante. A diferencia de otros bienes, se negaron a devolverla argumentando que no había sido un botín de guerra, sino un regalo. Como explica el historiador, la justificación fue que "fue entregada antes del conflicto y de forma voluntaria". Esa decisión selló el destino de la espada. Hoy, la pieza original, descrita como una auténtica joya de orfebrería, se exhibe en una vitrina en el Musée de l'Armée de París.

Tras perder la esperanza de recuperar la original, la reina Isabel II mandó realizar una copia en el siglo XIX para llenar el vacío dejado en las colecciones reales. Esa réplica es la que actualmente se puede contemplar en el Museo del Ejército de Madrid, un recordatorio de la espectacular pieza que un día fue un símbolo de la victoria española y que se perdió para siempre por un cálculo político erróneo.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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