Compra una casa a más de dos horas de su oficina pensando que podría teletrabajar, la empresa le dice que no y esta es la decisión que toma

Este hombre compró una casa a 200 km de su oficina creyendo que el teletrabajo sería permanente. Poco después, su empresa le pidió volver de manera presencial y ahí comenzó su odisea

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

3 min lectura

Con la llegada de la tecnología y la facilidad que tienen muchos trabajadores para poder trabajar a distancia, hay muchas personas que acaban optando por quedarse en casa, especialmente después de la pandemia de covid. Sin embargo, a veces se pueden tomar decisiones que acaban cambiando tu vida por completo. 

Eso es lo que le ha ocurrido a Nathan Petrie, un desarrollador senior neozelandés, quien tomó una decisión de vida enorme: comprar una casa a más de 200 km de la oficina, convencido de que continuaría trabajando completamente en remoto. 

En 2021, Petrie disfrutaba de un modelo híbrido heredado de la pandemia: cuatro días a la semana desde casa. Sin embargo, esta comodidad no contaba con una base firme: nunca había firmado ningún acuerdo que garantizara el teletrabajo indefinido.

En diciembre de 2023, Petrie se mudó a Whanganui, a unas dos horas y media de Wellington, y comunicó su cambio a la empresa, que respondió con sorpresa y ofreció un acuerdo transitorio: teletrabajo completo hasta marzo de 2024 para facilitar el traslado. No obstante, la dirección dejó claro que, una vez concluyese ese plazo, Petrie debía regresar a la oficina tres días por semana, tal y como se había estipulado desde el inicio de su relación laboral.

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 Sin acuerdo escrito, se acabó el trabajo remoto 

Petrie se confió que su alto rendimiento respaldaría su petición de teletrabajar permanentemente. “Estaré disponible y si necesitan que vaya a la oficina, solo tienen que decírmelo”, afirmó, según contaba al medio local Stuff. No obstante, la empresa no cedió y exigió regresar al modelo presencial acordado originalmente. Al final el  neozelandés decidió dimitir en marzo, interpretando la negativa como un despido improcedente.

La Autoridad de Relaciones Laborales (ERA) de Nueva Zelanda dio la razón a la empresa. Su fallo fue claro: el acuerdo de teletrabajo era temporal, comunicado desde el principio, y Petrie había actuado de forma unilateral al comprar una casa tan lejos sin haber formalizado primero el nuevo modelo con la compañía.  En otras palabras, el acuerdo no era una garantía por escrito, sino una concesión temporal.

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UN ERROR MÁS COMÚN DE LO QUE PIENSAS

El caso de este hombre neozelandés ha generado un gran revuelo en diversos foros e incluso medios de comunicación, que han recogido, además de su caso, otras historias similares que han ocurrido en distintos países. Muchos trabajadores, aprovechando la expansión del trabajo en remoto durante la pandemia, se mudaron sin antes haberse asegurado de que podían trabajar desde casa de forma indefinida. No obstante, el problema ha surgido, en estos casos, cuando las empresas decidieron revertir sus políticas y solicitaron presencialidad.

Los expertos coinciden en que este tipo de decisiones, como la de mudarse o comprar una vivienda lejos de su trabajo, solo debe tomarse después de haber formalizado un acuerdo de teletrabajo estable, por escrito y con respaldo contractual. De lo contrario, aseguran muchos, el empleador tiene derecho a exigir la modalidad presencial estipulada originalmente en el contrato. 

Y casos, sin ir más lejos, como el de Nathan Petrie,  quien sí se quedó con la casa, refuerza la idea, pero sin trabajo, y ahora vive en un limbo incierto: tiene que buscar empleo cercano o ser aún más flexible con sus planes de residencia.

Visto en ABC

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