El pueblo que Francisco Franco creó en 1954 como ciudad de vacaciones de bajo coste y la decisión que lo hizo caer en el olvido
El municipio de Perlora vivió una evolución histórica a mitad del siglo XX hasta que en 1975 una decisión la hizo ir desapareciendo poco a poco

Imagen del pueblo de Perlora
Madrid - Publicado el
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A orillas del Cantábrico, entre Gijón y Avilés, se erige un paisaje surrealista: chalés con formas de hórreos asturianos devorados por la maleza, pistas deportivas agrietadas y una iglesia de diseño vanguardista que ya no recibe feligreses. Este es el rostro actual de Perlora, la ciudad de vacaciones que Francisco Franco promovió en 1954 como emblema del "turismo social" y que hoy languidece, abandonada y en litigio entre la nostalgia, la política y el abandono institucional.
El pueblo que fundó Franco
Perlora nació bajo el paraguas de la Obra Sindical de Educación y Descanso, un organismo del régimen que ofrecía vacaciones subsidiadas a trabajadores de empresas públicas. Con 273 chalés, comedores colectivos, instalaciones deportivas y una playa privada, el complejo imitaba el modelo de las "ciudades jardín" europeas. Las familias, seleccionadas por sorteo, priorizando a las numerosas, pagaban precios simbólicos: un menú con descuentos del 20% o alojamientos adaptados a su tamaño.

Visita a la Ciudad de Vacaciones de Perlora
Los reportajes del NO-DO glorificaban el proyecto como una "conquista del mundo obrero". Franco lo visitaba con frecuencia, cazando en el cercano castillo de la Encomienda de la Mudela. Pero tras su muerte en 1975, Perlora perdió relevancia. La transición democrática y el auge del turismo internacional condenaron el modelo. En 1982, el Estado traspasó su gestión al Principado de Asturias, que no supo (o no quiso) mantenerlo.
El ocaso de Perlora
El declive fue implacable. En 2006, el gobierno asturiano cerró el complejo alegando pérdidas millonarias. Un intento de privatización en 2007 fracasó por disputas legales, y las demoliciones parciales —como la del edificio principal, resistida por vecinos que la Guardia Civil desalojó— aceleraron su ruina. Hoy, los 356.600 m² son un pueblo fantasma: techos derrumbados, murales descascarados y cables pelados. Solo quedan fantasmas del pasado: el mural de Manuel Hernández Mompó en la iglesia o los chalés inspirados en hórreos, ahora vandalizados.
Contexto clave: Perlora no fue un caso aislado. Franco creó 300 pueblos de colonización entre 1940 y 1970, muchos con arquitectura vanguardista (como Villalba de Calatrava, diseñada por José Luis Fernández del Amo). Pero mientras algunos prosperan, Perlora —junto a otros proyectos franquistas como Alberche del Caudillo— se hundió en el limbo político.

Accesos a la Ciudad de Vacaciones de Perlora
La batalla por su futuro
En 2024, colectivos ciudadanos y exveraneantes iniciaron una campaña de firmas para exigir su rehabilitación. Denuncian que el abandono responde más a "desidia política" que a inviabilidad: "Es un patrimonio único, con potencial turístico y social", afirma Teresa Alonso, una jubilada que vivió allí.
El gobierno asturiano, tras años de inacción, anunció un Plan Especial con 90.000 euros para renovar la red eléctrica y atraer inversores. Laura López, directora de Urbanismo, habla de "flexibilizar usos" para evitar la estacionalidad: "Queremos que viva todo el año". Sin embargo, los escépticos recuerdan que en 2019 el parlamento lo declaró "irrecuperable".
Mientras, la Ley de Memoria Democrática obliga a renombrar pueblos franquistas como Llanos del Caudillo, Perlora sigue en pie, sin cambiar de nombre, como un espejo de las contradicciones españolas: ¿rehabilitar un símbolo del régimen o dejar que el mar se lo trague?
Para Juan Antonio Altozano, colono de Villalba de Calatrava, estos pueblos fueron "un regalo" que salvó a su familia del hambre. En Perlora, los nostálgicos añoran los veranos de comunidad; los pragmáticos ven soluciones a la crisis de vivienda. Mientras, las olas siguen rompiendo frente a sus chalés vacíos, esperando una decisión que nunca llega.