Esto es lo que significa que una persona camine siempre muy deprisa, según la psicología: no es solo que tenga prisa

Cualquier movimiento que realizamos en nuestro día a día puede relevar muchos detalles sobre nuestra forma de ser

Geanpiero Bombaci

Publicado el

2 min lectura

Muchas veces cuando vas caminando ni te das cuenta lo rápido que vas, tanto que incluso dejas atrás a los demás, esto es una circunstancia que le pasa a muchas personas, y la psicología tiene razones detrás de esto que dicen mucho sobre la personalidad.

¿Qué significa?

Según estudios, caminar rápido está relacionado con una personalidad activa, decidida y orientada a objetivos. Las personas que suelen moverse a paso ligero tienden a ser enérgicas, extrovertidas y proactivas. Les gusta ir al grano, aprovechar el tiempo y sienten una necesidad constante de estar haciendo algo.

 Suelen ser personas que planifican, que tienen objetivos claros y no pierden el tiempo. 

Incluso, en muchos casos, pueden mostrarse impacientes o intolerantes a la lentitud, tanto en ellas mismas como en los demás.

Pero obviamente no todo es bueno,  señala que caminar muy rápido puede ser una manifestación física de ansiedad o estrés acumulado.

 Ese apuro constante a veces refleja una mente inquieta, que busca “descargar” tensión a través del movimiento.

Así como algunos mueven una pierna sin parar cuando están nerviosos, otros caminan rápido para liberar esa incomodidad. 

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También puede estar relacionado con la sensación de que no alcanza el tiempo, algo muy frecuente en personas que viven bajo presión, tienen una vida muy movida y con muchas responsabilidades.

Caminar con paso firme y rápido puede transmitir confianza, especialmente en ambientes laborales o situaciones sociales donde se quiere mostrar autoridad.

Aspectos no tan positivos 

Existen casos donde caminar rápido se integra en una dinámica menos saludable, como la adicción a la actividad. 

Este fenómeno ocurre cuando el valor que una persona se otorga a sí misma proviene casi exclusivamente de su productividad, relegando el bienestar emocional a un segundo término.

 También suele ser síntoma de personas que no toleran demoras o errores, suelen moverse rápido, como si quisieran “ganarle” al reloj, esta costumbre puede estar relacionada con la impaciencia y la intolerancia a la lentitud. 

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Para estos individuos, la espera o los retrasos cotidianos tienden a generar frustración y malestar, lo que se traduce en la necesidad de mantener siempre un ritmo ágil, incluso en actividades rutinarias.

Otros aspectos negativos que destacan de personas con caminata rápida, la constante necesidad de control hace que caminar rápido pueda ser una forma de marcar territorio, de moverse sin interrupciones y mantener el control sobre el tiempo y el espacio propio.

Posibles vínculos con trastornos psicológicos

Caminar rápido puede formar parte de trastornos como el de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o incluso el trastorno bipolar. 

En estos contextos, la velocidad al andar no solo refleja un estilo de vida acelerado, sino también una manifestación externa de inquietud interna o impulsividad.

 Cuando el hábito de caminar deprisa va acompañado de síntomas como insomnio, irritabilidad, dificultad para concentrarse o conductas repetitivas y compulsivas, puede ser una señal de alarma que indica necesidad de apoyo psicológico profesional. 

Visto en ABC

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