La Comisión parlamentaria para la Reconstrucción Social y Económica vota esta mañana sus conclusiones finales con la polémica sobre la discriminación a la escuela concertada en las ayudas para la enseñanza. La oposición ha hecho bandera de este asunto porque ejemplifica a la perfección los indisimulados intentos de, al menos, una parte del Gobierno de aprovechar la crisis para impulsar su agenda ideológica.

Resultan poco coherentes estas actuaciones con los continuos llamamientos a la unidad. Porque si, como dice Pedro Sánchez, esa unidad es hoy necesaria, todas las partes deben hacer un esfuerzo por encontrarse en un amplio espacio común, del que solo deben quedar excluidos los sectarismos.

En la enseñanza, la red de escuelas concertadas es un servicio público que convive sin problemas con los centros de gestión estatal directa, a pesar de los intentos de determinados sectores ideológicos de sembrar cizaña entre ambas.

35 años después de que Felipe González pusiera en marcha la escuela concertada, sorprende que todavía estén vivos en parte de la izquierda ciertos tics que identifican lo público con lo estatal, y justifican la colonización ideológica de los servicios públicos. Siempre y cuando, claro está, la colonización la haga el propio partido.