El apoyo de Ciudadanos se ha sumado a los votos del PNV y a la abstención de ERC para hacer posible la sexta y última prórroga del estado de alarma. El cambio de estrategia de Inés Arrimadas, con su apoyo a Sánchez en las últimas prórrogas, supone un giro en la política de un partido que parece estar buscando un nuevo espacio electoral. Desde la formación naranja se insiste en que trata de hacer política de Estado y en que, de esta forma, recupera sus orígenes. Algo que pareceincompatible con el hecho de colaborar con un gobierno cuya agenda está marcada por el populismo de Podemos, y que está sostenido por formaciones como Esquerra Republicana de Cataluña o los proetarras de Bildu, totalmente incompatibles con el origen de Ciudadanos.

Este cambio puede tener su reflejo en las Comunidades Autónomas en las que la formación naranja gobierna con el PP. El caso más llamativo es la Comunidad de Madrid. El vicepresidente Aguado está haciendo llamativas maniobras de acercamiento a la izquierda, y en algunos casos ha mostrado escasa lealtad institucional en un momento en que la presidenta Díaz Ayuso sufre un desaforado ataque por parte de la izquierda. El problema de Ciudadanos no radica en que en el pasado se hubiera escorado a la derecha, sino en la indefinición como tónica principal. Ahora puede estar reorientando sus alianzas en búsqueda de nuevos caladeros de votos, unos votos que nadie asegura que acaben recalando en sus manos.