Pedro Sánchez no quiere responder

Nada nuevo bajo el sol en la última sesión de control al Gobierno de este curso político. Como viene siendo habitual, Pedro Sánchez ha obviado las preguntas que Alberto Núñez Feijóo le ha hecho sobre los escándalos que cercan al Ejecutivo. La única respuesta que ha obtenido el líder de la oposición es la de un ineficaz “y tú más”. Preguntado si avalaba a su secretario de organización, Santos Cerdán, Sánchez ha eludido la respuesta. Lo único que ha hecho es salir en defensa del fiscal general del Estado obviando la campaña del Gobierno contra el Tribunal Supremo. Sánchez se ha escudado en una serie de cifras para demostrar la eficacia de su Gobierno, pero la deriva en la que está instalado, con la complicidad de sus socios, es una marea demasiado fuerte para que no le arrastre.

Sánchez lleva más de cuarenta días sin responder a las preguntas de los medios de comunicación, una actitud incompatible. Demasiado tiempo de un silencio sospechoso que más que una forma de defensa es una inculpación implícita, al no poder aclarar el clima en el que está inmerso. Sin la más mínima credibilidad, asediado en lo personal por varios procesos judiciales en su entorno, con el Fiscal General a punto de sentarse en el banquillo, sin una capacidad legislativa que marque un rumbo claro a esta legislatura y con una Unión Europea que deslegitima el pacto fundacional de esta legislatura, que es al Ley de Amnistía, Pedro Sánchez se ha atrincherado en La Moncloa a la espera de que el tiempo permita un cambio de rumbo, sin tener en cuenta la degradación institucional a la que está sometiendo a la democracia española.