Hiroshima, una distopía contemporánea
A 80 años de Hiroshima y Nagasaki, el mundo es mucho más inseguro, sumido en una insensata carrera hacia el abismo

Escucha la Línea Editorial del miércoles 6 de agosto
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En la conmemoración del 80 aniversario del bombardeo de Hiroshima, el primer ministro de Japón ha lanzado una advertencia sobre los peligros de la proliferación nuclear. El llamamiento de Shigeru Ishiba a que el mundo aprenda de las experiencias en Hiroshima y Nagasaki se da, sin embargo, de bruces con la realidad de una nueva carrera armamentística.
El origen está, principalmente, en las dos superpotencias nucleares, Rusia y EE.UU., ya sin apenas mecanismos de colaboración que eviten escaladas descontroladas y mantengan a raya a aliados díscolos, como Irán o Corea del Norte. También es responsable China, que no solo está reforzando su arsenal atómico, sino que ha flexibilizado en su estrategia de seguridad el recurso a la disuasión nuclear, en el contexto de una política exterior cada vez más agresiva.
El epicentro de la tensión se sitúa en Asia-Pacífico. La respuesta de Donald Trump ha sido animar a Corea del Sur y a Japón a dotarse de armas nucleares, advirtiéndoles de que no pueden dar por descontada la protección estadounidense, el mismo mensaje que está haciendo a los europeos plantearse la necesidad de su propio sistema de disuasión nuclear ante el matonismo ruso. El resultado es que, a 80 años de Hiroshima y Nagasaki, el mundo es mucho más inseguro, sumido en una insensata carrera hacia el abismo que demanda urgentemente soluciones desde el multilateralismo.



