La reforma de las pensiones que enfrenta al PSOE y a Podemos acabará siendo uno de los grandes debates nacionales y es bueno que así sea, porque el de las pensiones es uno de los grandes pilares del estado del bienestar. Es una de las respuestas del Estado a las personas que han trabajado y se han esforzado durante toda una vida. Se merecen una prestación que les permita seguir viviendo dignamente cuando dejan su puesto de trabajo.

Ahora bien, no podemos tratar a las personas como si fueran menores de edad. Debe ser un debate franco, sincero, en el que planteemos todas las opciones que hay sobre la mesa. La propuesta del ministro Escrivá, el que ha hecho las cuentas, es tener en cuenta toda la vida laboral, los 35 años trabajado para calcular la pensión. Es cuestión de justicia.

Además con las crisis económicas en los últimos años han bajado los salarios y posiblemente toda la vida laboral incremente esa pensión futura. Quizá no, quizá baje. Posiblemente, en la media de los casos, baje hasta un seis por ciento como calcula el propio ministro. Es mucho. Habrá que debatirlo también. Lo que no se puede decir por sistema, como dice Podemos, como si tratáramos a las personas como si fueran niños pequeños. Dígannos qué opciones tenemos. Opciones realistas.

Porque decir a todo que sí, a subir las pensiones, a subir las prestaciones, los subsidios, a regalar a todo el mundo, ¿pero de dónde lo vamos a sacar para pagarlo? ¿A qué vamos renunciar? No podemos tenerlo todo. La economía es la ciencia que reparte los recursos escasos y los ciudadanos están lo suficientemente formados como para, si son informados, tomen una decisión. Tratémoslos así, como lo que son. Como lo que somos.