La Santa Espina: 900 años de historia y devoción en el corazón de Castilla y León
La reliquia de La Santa Espina, extraída de la corona de espinas de Cristo, sigue siendo un símbolo de fe y patrimonio histórico que ha atraído a millones de peregrinos durante nueve siglos.

Madrid - Publicado el
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La Santa Espina, pieza de gran relevancia histórica, es el elemento más preciado del Monasterio de Santa María de la Santa Espina, ubicado en Castromonte, Valladolid. Esta reliquia, que según la tradición proviene de la corona de espinas que Jesús llevó durante su Pasión, ha sido venerada durante más de 900 años, atrayendo a innumerables peregrinos y fieles a lo largo de la historia.
Un monasterio con siglos de historia y una reliquia única
La llegada de esta reliquia a España, y concretamente al monasterio, sigue siendo objeto de debate entre los historiadores, aunque la tradición y el tumbo, el diario monástico donde se recogían los hechos relevantes de la comunidad, ofrecen pistas claras. Este documento, milagrosamente preservado tras un incendio en 1731, recoge una donación del 20 de enero de 1147. En ella, doña Sancha de Raimúndez entrega a Bernardo, abad de Claraval, la heredad de San Pedro de la Espina para la construcción del monasterio.

Este monasterio fue fundado por reyes, restaurado por nobles, visitado por monarcas y privilegiado por pontífices. Así lo resume Antolín Gutiérrez, historiador de la Santa Espina, quien destaca la importancia de este enclave durante sus primeros ochocientos años de vida, un periodo lleno de hitos que han definido la historia de Castilla y León y de España.
Arquitectura y acontecimientos históricos que marcaron su legado
El Monasterio de La Santa Espina es un ejemplo singular en Castilla y León, no solo por su antigüedad, sino porque el pueblo que lo rodea surgió en 1955, mucho después de que el monasterio se construyera en el siglo XII. Este enclave nació como parte de un programa de colonización, consolidándose bajo la protección de un edificio que ya era centenario.
La iglesia del monasterio presenta planta de cruz latina con tres naves, donde la nave central se eleva sobre las laterales, cubiertas por arcos de medio punto. La capilla mayor mezcla estilos góticos y renacentistas, destacando especialmente la capilla de la reliquia, diseñada en el siglo XVII por Francisco de Praves, que alberga la custodia que guarda la Santa Espina.

Además, la fachada de la hospedería, datada en el siglo XVI, luce escudos como el del abad y el de Alfonso VII, mientras que la fachada de la iglesia y sus torres corresponden al siglo XVII, época en la que destacó la Escuela de Ventura Rodríguez. Entre otros espacios emblemáticos, se encuentran la Capilla de los Vega (siglo XIV) y la Capilla de San Rafael, antigua capilla del abad.

El monasterio ha sobrevivido a numerosos desafíos, como el incendio de 1731 que destruyó gran parte del edificio, aunque la reliquia y el tumbo se salvaron. En 1835, debido a la invasión francesa y la desamortización de Mendizábal, los monjes abandonaron definitivamente la comunidad. Posteriormente, en 1865, el Marqués de Valderas adquirió el monasterio y, gracias a la iniciativa de su viuda Susana de Montes y Bayón, el edificio se convirtió en un centro de enseñanza agrícola.
Su valor cultural y patrimonial fue reconocido en 1931, cuando fue declarado Bien de Interés Cultural, reafirmando su importancia histórica y religiosa en Castilla y León.
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