Misteriosas guardianas de piedra: las estelas que vigilan el suroeste peninsular desde hace 3.000 años
Una figura masculina con escudo, lanza y un carro de cuatro ruedas grabada en piedra hace casi tres milenios sigue desafiando a los arqueólogos

Madrid - Publicado el
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Símbolos de poder en la Edad del Bronce
Durante la fase final de la Edad del Bronce, en el suroeste de la península ibérica comenzó a extenderse un fenómeno singular: la aparición de estelas de piedra grabadas con figuras humanas y su correspondiente ajuar. Algunas representaban a guerreros acompañados de espadas, cascos, carros y escudos; otras, a figuras femeninas con diademas, espejos o peines. Estas representaciones esquemáticas han sido encontradas en diversos puntos de Extremadura y el Alentejo portugués, y han recibido el nombre de estelas de guerrero o estelas diademadas.
Tradicionalmente se consideraron elementos funerarios, colocados como lápidas sobre tumbas o cistas. Sin embargo, los últimos estudios apuntan a que estas piedras pudieron tener otra función: marcar territorio, señalar rutas de comercio o establecer fronteras simbólicas entre comunidades. En un paisaje entonces compartido entre influencias atlánticas, orientales y locales, estas estelas pudieron ser una forma de dejar constancia del prestigio y control de ciertos grupos o individuos.
En cualquier caso, el mensaje era claro: quien mandaba en esa tierra quería que se supiera, y las piedras grabadas eran su forma de anunciarlo.
La joya del Geoparque: la estela de Solana de Cabañas
Uno de los ejemplares más destacados de este conjunto es la estela de Solana de Cabañas, descubierta en 1898 en una pedanía del municipio cacereño de Cabañas del Castillo, en pleno corazón del actual Geoparque Mundial UNESCO Villuercas-Ibores-Jara. Su hallazgo se produjo de manera fortuita, durante unas labores de labranza, y fue enviada al Museo Arqueológico Nacional por el abogado y escritor Mario Roso de Luna, natural de Logrosán.
La pieza, una gran laja de grauvaca (arenisca dura) trabajada en una de sus caras mediante piqueteado, representa un conjunto de símbolos de poder: un escudo circular con escotadura y remaches, una figura humana de piernas flexionadas, una espada, una lanza y, en la parte inferior, un carro de cuatro ruedas tirado por una pareja de animales. Aunque esquemática, la escena transmite una imagen clara: la de un individuo con poder, posiblemente un líder guerrero.

Hoy en día, esta estela se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, donde figura como la primera de su tipo descrita en la institución, con número de inventario 1898/1/1. Es considerada una de las más representativas de todo el suroeste peninsular.
Más allá de la tumba: símbolos, comercio y territorio
Las estelas del suroeste ibérico revelan mucho más que el arte de una época. Los objetos representados, como fíbulas, espejos, espadas o carros, algunos de ellos no documentados arqueológicamente en la península, apuntan a la existencia de intercambios con el mundo mediterráneo y atlántico. Estas piedras no solo marcaban tumbas, sino que hablaban de redes de prestigio y alianzas entre élites.
La estela de Solana de Cabañas ha sido interpretada como la imagen de un "príncipe" que ostentaba estos objetos como prueba de su estatus y su participación en circuitos de intercambio. Esos lazos le conferían legitimidad para ejercer cierto control —real o simbólico— sobre un territorio.
El Centro de Interpretación de la Arqueología de Berzocana, en Cáceres, permite hoy a los visitantes contemplar reproducciones de esta estela y de otras como la de Logrosán, contribuyendo a preservar la memoria de un patrimonio milenario que aún guarda muchos secretos.
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