Un grupo de buceadores encuentra un barco hundido hace 2.000 años frente a La Manga: no estaba vacío

Frente a las costas de Murcia, un barco hundido hace más de 2.000 años ha revelado un sorprendente hallazgo en su interior que ayuda a entender el pasado comercial del Mediterráneo

Un grupo de buceadores encuentra un barco hundido hace 2.000 años frente a La Manga: no estaba vacío


Redacción TRECE

Publicado el - Actualizado

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En las profundidades del Mediterráneo, frente a las costas de La Manga (Murcia), dormía un secreto comercial fenicio oculto durante más de 2.700 años. Su historia comenzó a emerger a mediados del siglo XX y hoy es uno de los hallazgos arqueológicos submarinos más relevantes del Mediterráneo occidental.

Un hallazgo accidental que reveló un comercio de largo alcance

Fue en la década de 1950 cuando buzos de salvamento comercial, y más tarde buceadores recreativos, comenzaron a recuperar fragmentos de cerámica en un lugar de difícil acceso: el Bajo de la Campana, un arrecife rocoso sumergido cerca de la isla Grosa, a escasos kilómetros de la costa de San Javier, en la Región de Murcia. El bajo, que apenas se eleva dos metros por debajo de la superficie, representó históricamente un peligro para la navegación, como lo evidencian los restos de varios naufragios en sus inmediaciones.

El pecio fenicio 'Mazarrón II'

AYUNTAMIENTO DE MAZARRÓN

El pecio fenicio 'Mazarrón II'

Sin embargo, no fue hasta 2007 cuando se iniciaron excavaciones sistemáticas tras la colaboración entre el Instituto de Arqueología Náutica (INA) y el Ministerio de Cultura español. Durante cuatro campañas de trabajo, se realizaron casi 4.000 inmersiones y más de 300 horas de exploración, lo que permitió identificar tres naufragios distintos: uno fenicio del siglo VII a. C., otro púnico del siglo II a. C. y un tercero romano del siglo I d. C.

El barco fenicio, del que apenas queda un fragmento del casco, se hundió en la cara escarpada del Bajo, derramando su valiosa carga dentro y alrededor de una cueva submarina. Apenas sobrevive un pequeño tablón de 43 cm con una caja de ensamblaje, pero los objetos encontrados hablan por sí solos del alcance de aquel viaje comercial.

Marfil con inscripciones, metales preciosos y objetos de lujo

La carga rescatada ofrece una imagen clara del comercio fenicio a gran escala. Se hallaron 64 colmillos de elefante, siete con inscripciones fenicias que mencionan nombres personales, quizás proveedores del marfil. Además, el pecio contenía más de 150 lingotes de estaño, once de cobre y 10.000 pepitas de galena, lo que indica vínculos con actividades metalúrgicas y una cadena de suministro compleja.

A estos materiales se suman ámbar báltico, madera, resina y arcillas, lo que refuerza la idea de un comercio internacional activo. Muchos arqueólogos coinciden en que este cargamento no se destinaba a la venta al por mayor, sino posiblemente a talleres concretos o encargos selectos.

Pero no todo eran materias primas: el barco transportaba también una gran variedad de bienes manufacturados y artículos de lujo. Vasijas de terracota como ánforas, platos, cuencos, trípodes y jarras decoraban la bodega del navío. Las ánforas, de los tipos Vuillemot R-1 y Cintas 268, provenían de talleres de la actual Málaga y de colonias en el norte de África e islas del Mediterráneo.

Entre los objetos más curiosos destacan un mango de cuchillo de marfil tallado, peines de madera de boj, un pedestal de piedra caliza y un objeto de bronce con forma de brazo sujetando una flor de loto, posiblemente parte de un bastón ceremonial. También se recuperaron elementos de mobiliario como patas y esquinas de bronce y madera, probablemente pertenecientes a camas o taburetes.

Colmillos de elefante con inscripciones fenicias del pecio fenicio del Bajo de la Campana expuestos en Roma

Wikipedia

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Incluso se hallaron restos personales de la tripulación, como nueces, semillas y una piedra de afilar con grafitis fenicios, junto a una pieza de juego que podría haber servido de entretenimiento durante la navegación.

Todo indica que se trataba de un barco procedente del Mediterráneo oriental, inmerso en una red de intercambios que conectaba Fenicia con las costas atlánticas y mediterráneas de la Península Ibérica. Su hundimiento, probablemente accidental, convirtió al Bajo de la Campana en su tumba acuática.

Hoy, el pecio fenicio del Bajo de la Campana es una ventana al pasado comercial y cultural de los pueblos navegantes que dieron forma al Mediterráneo antiguo. Un testimonio silencioso de la audacia y el alcance de los fenicios, que sigue emergiendo, pieza a pieza, desde las profundidades.

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