El arqueólogo alemán Heinrich Schliemann desentierra un tesoro casi milenario en Troya y su historia todavía genera controversia
El arqueólogo descubrió un impresionante conjunto de casi 9.000 objetos de metales preciosos en las ruinas de Troya. Hoy, el tesoro se conserva en el Museo Pushkin de Moscú

Madrid - Publicado el
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Heinrich Schliemann, emprendedor alemán y apasionado de la historia antigua, comenzó en 1870 una serie de excavaciones en la colina de Hisarlik, en el noreste de Anatolia, donde se ubicaba la legendaria Troya. Fue en mayo de 1873 cuando, a ocho metros y medio de profundidad, halló el llamado “Tesoro de Príamo”: miles de piezas de oro, plata y bronce que él atribuyó al mítico rey Príamo, tal como relataban las epopeyas homéricas.
Sin embargo, estudios posteriores demostraron que el conjunto pertenece al estrato Troya II, datado entre 2670 y 2570 a.C., casi mil años anterior al período en que habría vivido Príamo. Este desfase abrió un debate entre arqueólogos e historiadores, que cuestionan la atribución pero no la autenticidad del tesoro.
La épica historia detrás del tesoro y sus destinos
El propio Schliemann relató cómo extrajo el tesoro con ayuda de su esposa Sophia, aunque investigaciones posteriores confirmaron que ella no estaba presente en el momento. El arqueólogo sacó las piezas clandestinamente hacia Grecia, lo que provocó reclamaciones legales por parte del Imperio Otomano. Finalmente, Schliemann pagó una elevada suma y cedió parte del tesoro, que después fue donado a Alemania.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el tesoro desapareció tras la caída de Berlín. Se creía perdido o destruido, hasta que en 1993 se confirmó que estaba en el Museo Pushkin de Moscú, trasladado en 1945 como botín de guerra. La Unión Soviética mantuvo en secreto su ubicación durante décadas, hasta que fue exhibido públicamente tras la caída del régimen comunista.
Composición y significado del Tesoro de Príamo
El tesoro está formado por un amplio catálogo de piezas, entre ellas un escudo de bronce, copas de oro y plata, jarras, diademas, anillos, collares, puntas de lanza, hachas, dagas y otros artefactos. Estas piezas fueron organizadas científicamente en 1902 y estudiadas para comprender mejor la cultura y el arte de las civilizaciones de la Edad del Bronce en Anatolia.

Aunque la atribución a Príamo es hoy considerada más un acto de entusiasmo romántico de Schliemann que una realidad histórica, el Tesoro de Príamo sigue siendo uno de los hallazgos arqueológicos más emblemáticos, que conecta la mitología clásica con los vestigios tangibles de un pasado milenario.
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