Altamira, el arte que lucha por sobrevivir: ¿cómo se protege una cueva de miles de años?

  Un legado artístico milenario  

Ubicada en Santillana del Mar, Cantabria, la Cueva de Altamira alberga algunas de las expresiones artísticas más antiguas y sofisticadas de la humanidad. Sus pinturas rupestres, que datan de hace más de 36.000 años, representan bisontes, ciervos, manos humanas y signos abstractos que revelan una sorprendente sensibilidad estética y simbólica por parte de los grupos paleolíticos que las realizaron.

Descubierta en 1868 y reconocida mundialmente tras las investigaciones de Marcelino Sanz de Sautuola en 1879, Altamira fue en su día motivo de polémica, hasta que el hallazgo de arte similar en otras cuevas europeas confirmó su autenticidad. En 1985 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y desde entonces ha sido un símbolo del arte rupestre europeo.

 El turismo y el deterioro  

A pesar de su valor incalculable, la cueva ha sufrido un deterioro paulatino desde que se abrió al público a mediados del siglo XX. El ingreso masivo de visitantes alteró el microclima del interior: cambios de temperatura, aumento de la humedad y la presencia de dióxido de carbono generaron un entorno propicio para la proliferación de microorganismos, como algas y bacterias, que dañaron las pinturas originales.

En 2002, tras detectarse manchas verdes en varias zonas, se decidió cerrar la cueva para evitar una mayor degradación. Estudios científicos revelaron que incluso el número reducido de visitas (unas 8.500 personas al año en el sistema de acceso limitado que se mantuvo durante un tiempo) provocaba desequilibrios ambientales irreversibles. Por ello, se apostó por una política de conservación preventiva estricta.

 El futuro de Altamira: conservación y réplica  

Con el fin de proteger el frágil arte paleolítico, se creó una réplica exacta de la cueva en el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Esta “neocueva” permite al público disfrutar de la experiencia visual sin poner en peligro el original. La réplica se ha convertido en una referencia mundial en conservación del patrimonio.

Actualmente, el acceso a la cueva original está extremadamente restringido y solo se permite un número muy limitado de 5 personas a la semana hasta que finalice la lista de espera de 20.000 personas. El Patronato de Altamira, organismo que supervisa su conservación, se reunirá nuevamente en junio de 2025, tras más de dos años sin convocatorias, para evaluar nuevas medidas de preservación y estrategias educativas.

Altamira no solo representa una joya del pasado, sino también un reto del presente: el de equilibrar la admiración por nuestro legado cultural con la necesidad urgente de protegerlo del olvido y el desgaste del tiempo.

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