Trabajo en una gasolinera y tengo este descuento para repostar mi coche: la clave está en los impuestos
Antiguamente, estos empleados podían aprovechar la gasolina que quedaba en las mangueras de los camiones, pero la aplicación de nuevas tecnologías impide que sigan haciéndolo

Gasolinera
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Trabajar en una gasolinera siempre ha estado rodeado de mitos. Uno de los más habituales es pensar que los empleados disfrutan de grandes ventajas a la hora de repostar sus coches. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y, en la mayoría de los casos, bastante menos generosa de lo que se cree.
Al igual que ocurre en otros sectores, como los grandes almacenes o los bancos, donde los trabajadores tienen descuentos especiales, también surge la duda de si en las estaciones de servicio existe un beneficio similar. Y aunque pueda parecer lógico, la práctica habitual dice otra cosa.
De privilegios a control absoluto
Hace años, los empleados podían aprovechar pequeñas cantidades de combustible que quedaban en las mangueras de los camiones o de los surtidores al finalizar la carga. Esa práctica, casi simbólica, formaba parte de la cultura del oficio. Sin embargo, con la llegada de nuevas tecnologías de control y la digitalización de los sistemas, esa opción desapareció por completo. Hoy no queda “ni una gota” sin registrar.

Una gasolinera de la empresa española de energía fósil y petroquímica Repsol en España
Este cambio también coincide con una mayor vigilancia del consumo de carburante en la vida diaria. De hecho, no son pocos los conductores que se han visto en apuros al no calcular bien el depósito y quedarse tirados en carretera. Casos como este en Mallorca muestran que incluso una distracción mínima con la reserva puede acabar en una situación inesperada.
¿Existen descuentos reales?
La respuesta corta es sí, pero muy limitados. Algunas de las grandes petroleras en España ofrecen a sus empleados de oficinas centrales o personal administrativo un 5 % de descuento en carburante. Eso, traducido, son apenas entre 7 y 8 céntimos por litro. En un depósito medio, hablamos de unos cuatro euros de ahorro, una cifra que difícilmente puede considerarse un privilegio.
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En la práctica, los trabajadores de gasolineras suelen acogerse a las mismas promociones disponibles para cualquier cliente: tarjetas de fidelización, cupones o campañas especiales. Por ejemplo, en ocasiones se les ofrece gasolina premium al precio de la normal, pero son campañas temporales y abiertas al público.
Lo que no está claro para muchos es si este tipo de descuentos tributan. La explicación es sencilla: al tratarse de promociones aplicables al mercado general, no se consideran un pago en especie sujeto a impuestos, como sí ocurre con beneficios exclusivos de empresa.
Las tarjetas de fidelización se han convertido en la mejor herramienta para obtener ahorro en los repostajes. Este sistema permite acumular saldo o descuentos, y son las que marcan la diferencia. Sin embargo, su uso indebido puede tener consecuencias graves.
Recientemente, un trabajador de una estación de servicio fue despedido por apropiarse de descuentos a través de la tarjeta Waylet de Repsol. El caso llegó hasta el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que avaló la decisión de la empresa tras demostrar que el empleado había acumulado más de 600 euros de manera irregular. Una sentencia que deja claro que este tipo de prácticas constituyen una falta grave de confianza y que los beneficios deben usarse de forma legítima.
No es casualidad que los tribunales y las propias compañías extremen la vigilancia en este campo. Con más del 80 % del precio del carburante destinado a materia prima e impuestos, el margen de las estaciones de servicio es tan reducido que regalar descuentos más amplios sería inviable.

Depósitos de aceite de diésel y gasolina listos para ser utilizados en una gasolinera en España
El peso de los impuestos
Al analizar los precios de los carburantes, una conclusión salta a la vista: la mayor parte del importe que pagamos al repostar un coche no corresponde a la gasolina en sí, sino a los impuestos. Según los expertos, más del 80 % del precio final corresponde a tasas y costes de la materia prima. Por eso, cualquier reducción para empleados apenas tiene impacto real.
Para los trabajadores de gasolineras, el ahorro se limita a lo mismo que cualquier conductor informado puede obtener: seguir las promociones, usar tarjetas y estar atento a las campañas. Tal y como explican casos de conductores sorprendidos con los precios en plena carretera, como esta anécdota en Italia, la única forma de arañar unos céntimos es ser muy consciente de cuándo y dónde repostar.
Aun así, los riesgos de jugar con los límites son claros: llevar combustible en recipientes no homologados puede costar sanciones importantes, como recuerda este caso de una multa de 3.000 euros. En definitiva, lo que parecía un privilegio laboral es en realidad una práctica muy controlada donde el verdadero ahorro está al alcance de cualquiera que sepa aprovechar las promociones oficiales.