El Vaticano advierte en la ONU: alterar el estatus de Jerusalén sería inaceptable

La Santa Sede reclama en Nueva York una solución para lograr la paz justa y duradera en Tierra Santa, mientras denuncia la prolongación de la guerra en Ucrania y el sufrimiento de millones de cristianos perseguidos

Paul-Richard-Gallagher en la ONU

Paul-Richard-Gallagher en la ONU

Gonzalo de Esteban

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede, pronunció un contundente discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York este lunes 29 de septiembre. En su intervención durante el Debate General del 80º Período de Sesiones de la ONU, el diplomático vaticano defendió que "cualquier decisión unilateral que altere el estatus especial de Jerusalén es moral y jurídicamente inaceptable".

Esta declaración se enmarca en la tradicional posición de la Santa Sede sobre la cuestión de Tierra Santa, donde el Vaticano ha mantenido históricamente que Jerusalén, ciudad sagrada para las tres grandes religiones monoteístas, debe tener un estatuto especial garantizado internacionalmente. Durante su discurso representando al Vaticano, estado que es Observador Permanente en Naciones Unidas, el arzobispo Gallagher reiteró la necesidad de una paz justa y estable entre israelíes y palestinos, basada en una solución de dos Estados, de conformidad con el derecho internacional y las resoluciones de la ONU.

Paul-Richard-Gallagher hablando en la ONU

Paul-Richard-Gallagher hablando en la ONU

El alto representante vaticano no se limitó a la cuestión de Jerusalén, sino que trazó un amplio panorama de los conflictos mundiales que preocupan a la Santa Sede. Recordó que León XIV "ha instado enérgicamente al fin de la violencia, exigiendo la liberación de todos los rehenes, un alto el fuego permanente, el acceso seguro a la ayuda humanitaria y el pleno respeto del derecho internacional", particularmente en lo que respecta a la protección de los civiles, la prohibición del castigo colectivo y el uso indiscriminado de la fuerza. Con especial énfasis, denunció la "prolongada existencia" de la guerra en Ucrania, donde las ciudades se reducen a "montones de escombros" y los niños crecen entre sirenas en lugar de jugar. "Esta guerra debe terminar ahora, no en un futuro indefinido", aseveró contundentemente.

 Una llamada al diálogo y a la diplomacia  

El Secretario vaticano hizo resonar las palabras del Papa León XIV al reclamar "una paz desarmada y desarmadora, humilde y perseverante". Gallagher propuso que la comunidad internacional adopte medidas colectivas para prevenir y poner fin a los conflictos, combatir la pobreza y promover los derechos humanos, frente al aislacionismo que conduce a una inestabilidad impredecible. En un mundo cada vez más dividido, la Santa Sede reafirmó su intención de "seguir siendo la voz de los que no tienen voz, abogando por un mundo en el que la paz prevalezca sobre los conflictos".

El diplomático británico de 70 años también abordó otras crisis humanitarias que sacuden al planeta. Destacó la necesidad de una transición pacífica en Siria, expresó preocupación por la violencia en el este de la República Democrática del Congo y el conflicto fratricida en Sudán. Sobre América Latina, llamó la atención sobre el tráfico de drogas, la dramática situación en Haití y los ataques a la libertad religiosa en Nicaragua. El representante papal no olvidó mencionar el acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán como ejemplo positivo de resolución de conflictos El diplomático británico de 70 años también abordó otras crisis humanitarias que sacuden al planeta. Se refirió al flagelo del narcotráfico, especialmente en América Latina, que está alimentando olas de violencia extrema, e instó a esfuerzos conjuntos de los Estados para combatir este fenómeno. También mencionó la situación en Nicaragua, con la esperanza de que se garantice plenamente la libertad religiosa y otros derechos fundamentales de las personas y la sociedad. Destacó además la necesidad de una transición pacífica en Siria, expresó preocupación por la violencia en el este de la República Democrática del Congo y el conflicto fratricida en Sudán.

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 Más de 360 millones de cristianos perseguidos en el mundo  

Uno de los momentos más contundentes del discurso llegó cuando Gallagher denunció que "la persecución de las minorías religiosas, en particular de los cristianos, persiste en todo el mundo". El prelado reveló que más de 360 millones de cristianos viven actualmente en zonas donde sufren altos niveles de persecución o discriminación, y que los ataques contra iglesias, hogares y comunidades se han intensificado en los últimos años. La Santa Sede defendió que la libertad religiosa no es simplemente la ausencia de persecución, sino la libertad plena de profesar la propia fe, apelando al diálogo interreligioso como "un camino compartido hacia el respeto mutuo, la justicia y la paz".

 El representante papal concluyó su intervención reivindicando a las Naciones Unidas como "un foro vital en el que todas las naciones entablan un diálogo como soberanos iguales", aunque reconoció la existencia de una "creciente crisis de credibilidad dentro del sistema multilateral" que requiere renovar el compromiso con los principios fundacionales de la organización.

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