Primer susurro. Soy morena, pero hermosa
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Algunas veces María Magdalena veía pasar a un grupo de hombres jóvenes, cerca de donde tenía el negocio de salazón de pescado. Una vez preguntó a uno de sus clientes si sabía quiénes eran, y le dijo que era un grupo que seguía al hijo de un carpintero de Nazaret. Un tipo raro, añadió. Desde aquel día se fijó con más atención cuando los veía pasar. Dos o tres veces su mirada se cruzó con la del hijo del carpintero. Le sonrió siempre y acompañaba su sonrisa con un pequeño gesto de saludo. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
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