Un ingeniero de Pamplona trabaja tres años en un proyecto y, al terminarlo, salva la vida de miles de niños usando solo con un martillo y un destornillador
Pablo Sánchez Bergasa ha cambiado la vida de miles de padres africanos con una incubadora que es casi mágica, y que ha servido para que nazcan millón y medio de niños en África

Pablo Sánchez Bergasa, en Poniendo las Calles
Madrid - Publicado el
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En un momento en el que Europa y España parecen marcar el paso de la innovación tecnológica en muchos sectores, también hay proyectos que, lejos de buscar beneficios económicos, persiguen un objetivo mucho más humano: salvar vidas. Y ese es el caso de Pablo Sánchez Vergasa, un joven ingeniero de Pamplona que ha logrado crear una incubadora de bajo coste que ya está evitando la muerte de miles de recién nacidos en países sin recursos.
Su idea, aparentemente sencilla, es revolucionaria: una incubadora que se monta con un martillo y un destornillador, cuesta 100 veces menos que una convencional y puede monitorizarse desde un teléfono móvil. Detrás de este invento hay tres años de trabajo constante y la convicción de que la tecnología debe estar al servicio de quienes más lo necesitan.

El ingeniero Pablo Sánchez Bergasa
LA IDEA Y EL TRABAJO DE PABLO EN ÁFRICA, QUE HA DADO SUS FRUTOS
“Con este proyecto les damos la vida entera a estos bebés”, señala Sánchez Vergasa, que acaba de recibir el Premio Princesa de Girona Social 2025 por este logro.
El ingeniero navarro recuerda con emoción cómo la primera incubadora fue enviada a Camerún tras tres años de pruebas y esfuerzo. “Terminamos de montarla y dijeron: ‘Bueno, ¿cómo lo probamos?’. Pues mira, ha nacido aquí un bebé de 500 gramos que lo habíamos descartado. Vamos a darle una oportunidad”, cuenta.
El pequeño, al que llamaron Milagro, sobrevivió. “Un mes y medio después nos pasaron una foto del bebé que había sobrevivido”, explica emocionado. Hoy, cientos de incubadoras de este tipo ya funcionan en diferentes países africanos y se calcula que han salvado más de 4.000 vidas en apenas unos años.

Pablo Sánchez Bergasa, en su ONG
El proyecto de Pablo Sánchez se une al trabajo de médicos como Carlos Bardají, cirujano y fundador de la ONG Hope and Progress, que desde 2013 organiza misiones médicas en Senegal para operar a niños con patologías quirúrgicas graves. Bardají, con 70 años, asegura que ya es hora de ceder el testigo a profesionales más jóvenes, aunque su balance es impresionante: “En una misión podemos llegar a operar unos 80 pacientes, algunos de los cuales tienen doble o triple patología”, señala.
La ONG que fundó se enfrenta a retos extremos: falta de agua corriente, cortes de luz constantes o quirófanos improvisados en salas acondicionadas por los propios equipos. Aun así, han conseguido operar a casi 2.000 niños en apenas una década.
Lo que hace especial al invento de Sánchez Vergasa es que está pensado para contextos donde la precariedad es la norma. En hospitales donde la electricidad falla con frecuencia y no hay equipos avanzados, estas incubadoras suponen un cambio radical.
En una misión podemos llegar a operar unos 80 pacientes, algunos de los cuales tienen doble o triple patología”
CIrujano
1,5 millones de bebés prematuros mueren por no tener incubadoras
“Las incubadoras simulan el vientre materno y para montarlas solo se necesita un destornillador y un martillo”, explica el ingeniero. Además, pueden controlarse desde un simple teléfono móvil, lo que permite a los médicos locales vigilar a los bebés sin necesidad de costosos equipos de monitorización.
Cada año mueren alrededor de 1,5 millones de bebés prematuros en el mundo por no contar con incubadoras. En muchos hospitales africanos, cuando un niño nace con poco peso, se le da por perdido. La iniciativa del ingeniero navarro ha cambiado esta perspectiva: con una solución asequible, segura y fácil de usar, ahora esos bebés tienen la oportunidad de vivir.
“El que está escuchando esto igual no valora que está vivo, porque lo damos por hecho. Pero millón y medio de bebés no tienen ese regalo cada año. Con estas incubadoras les damos esa vida entera que antes les era negada”, reflexiona Sánchez Vergasa.

Pablo Sánchez Bergasa recibió el premio Princesa de Girona
El caso de este joven ingeniero demuestra que la innovación no siempre viene de grandes corporaciones, ni necesita millones en inversión para cambiar el mundo. A veces, basta la voluntad de mejorar la vida de los demás, un martillo, un destornillador y una buena idea.
Desde Pamplona, su iniciativa ya ha traspasado fronteras y su historia inspira a miles de personas que creen que la solidaridad y la tecnología pueden caminar de la mano.
En palabras de Carlos Bardají, que ve en Sánchez Vergasa un relevo generacional cargado de esperanza: “Todo aquel que no sepa operar sin un electrobisturí, evidentemente no puede ir a África. Pero gente como Pablo demuestra que hay otras maneras de salvar vidas”.
Pamplona, África, incubadoras baratas y un ingeniero con un destornillador en la mano. A veces, las grandes revoluciones nacen de gestos pequeños, pero capaces de salvar vidas.