"Hemos hecho un ridículo mundial y queremos que alguien responda de esta oscura negligencia, de esta deslumbrante chapuza"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del martes 29 de abril, el día después del gran apagón

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Esto no ha acabado todavía. Es verdad que en este momento el 100% del suministro eléctrico se ha restablecido, bendito sean el vatio y el amperio. Pero las consecuencias del apagón masivo siguen haciéndose notar en la vida cotidiana de mucha gente. Los colegios abren sin actividad lectiva en la mayoría de comunidades. En las estaciones sigue habiendo miles de personas que llevan allí tiradas ya muchas horas. Muchas han pasado la noche allí, sin posibilidad de encontrar una plaza de hotel: algunas con niños pequeños, algunas son mayores o personas con problemas de movilidad. A lo largo del día fueron rescatados unos 35.000 viajeros atrapados en sus vagones, pero algunos todavía no han podido pegar ojo. Los aeropuertos permanecieron operativos gracias a los grupos electrógenos que funcionan con combustible. Lo mismo que los hospitales.

Y lo mismo que esta radio. Yo bajé anoche al garaje de Cope a rendir tributo a nuestro generador, que nos había permitido hacer este y el resto de programas, dándonos energía y acceso a internet. Y ahí estaba el tío en el garaje, ronroneando como un gato gigante, aguantando el tipo mientras lo alimentaba con gasoil nuestra jefa de logística, la gran Nati. Y gracias a eso, todos los oyentes angustiados de España se mantuvieran informados al minuto de lo que estaba pasando. Porque ayer, sin la radio, era imposible enterarse de nada.

O sea que el problema no vino de una agresión externa, sino de un fallo propio"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Pero yo quiero aprovechar este monólogo para darte las gracias. No solo por elegirnos y dar sentido a todo el esfuerzo de esta casa, sino porque estoy seguro de que ayer ayudaste a otros de alguna manera. Como pasó en la pandemia, como pasó en la dana: la adversidad siempre saca lo mejor de los españoles de a pie. Gente ofreciendo sus casas a los viajeros tirados en Atocha. Vecinos llevándoles mantas y un caldo caliente. Profesores alargando sus jornadas para cuidar de los chicos hasta que sus padres pudieran venir a recogerlos. Jóvenes pasando del móvil -qué remedio- y redescubriendo la conversación y hasta los libros. Risas, chistes y memes por doquier, los bares llenos de buen humor. Ayer presenciamos muchas escenas de las que sentirnos orgullosos como pueblo. Digamos que el primer día del apocalipsis puede ser hasta divertido. Lo malo llega con el segundo, y con el tercero. Y en el cuarto ya estamos succionándole la carótida al vecino. Pero bromas aparte, qué país tenemos, amigo mío. Y qué país podríamos tener si nuestros gobernantes estuvieran por una vez, en alguna crisis, a la altura del civismo y la solidaridad de sus gobernados. Ni un coche se saltaba un paso de cebra; ni un accidente grave registrado. La gente cumplió con su parte. La pregunta ahora es: ¿el Gobierno cumplió con la suya?

Porque ayer nos dejaron a ciegas por partida doble. Sin luz física, pero también sin luz informativa oficial. El presidente salió tarde -después del primer ministro portugués-, y cuando salió no dijo nada y tampoco aceptó preguntas. Ya sabemos lo que pasó: técnicamente se produjo una pérdida de generación eléctrica en el suroeste de España que provocó una oscilación en la potencia y un efecto dominó que fundió a negro el país entero. Vale, pero lo que aún no sabemos es por qué pasó todo eso. El director de operaciones de Red Eléctrica acaba de descartar que la causa fuera “un incidente de ciberseguridad”. O sea que el problema no vino de una agresión externa, sino de un fallo propio. Así que no te creas a tu cuñado: olvídate de Putin, de Soros, de la extrema derecha internacional o de la extrema izquierda globalista. Las causas hay que buscarlas en casa. Y en concreto en quienes gestionan la luz de esta casa grande que es España.

Hipótesis más probable: una mala gestión en la generación de energía. Ayer la energía la producían mayormente las renovables. La eólica y la fotovoltaica son un tipo de energía muy limpia pero muy inestable: su flujo no se puede controlar, como hacen las nucleares o las térmicas. Al parecer las energías renovables produjeron un exceso de energía inasumible por el sistema, que se desconectó para protegerse. Saltaron los plomos a lo bestia, vamos. Pero eso no pasa en ningún país desarrollado.

Y la pregunta ahora es si puede volver a pasar. Y los expertos dicen que sí. Que hay que darle una vuelta al sistema energético español. Cuando el Gobierno presumía de “excepción ibérica” no pensábamos que se trataba de asimilarnos a Cuba. ¿Por qué se desoyó el aviso de Repsol de hace seis días?¿Por qué se ridiculizó a los que advertían de un posible apagón? ¿Tiene una amiga socialista de Pedro llamada Beatriz Corredor el perfil idóneo para presidir Red Eléctrica con 546.000 euros al año? ¿Y quién paga ahora las pérdidas milmillonarias de ayer? ¿Podemos seguir permitiéndonos cerrar las nucleares por pura ideología? Se acumulan las preguntas, presidente. No pretenderá usted encima que salgamos a aplaudirle al balcón porque ha vuelto la luz. O porque los grifos echan agua. Esto no es un régimen feudal. Esto es una democracia de ciudadanos que pagan impuestos y esperan buenos servicios y absoluta transparencia. Porque hemos hecho un ridículo mundial. Y queremos que alguien responda de esta oscura negligencia. De esta deslumbrante chapuza".

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