Cuando el descanso se convierte en entrega
Cada verano, muchos jóvenes eligen dejar la comodidad para vivir una experiencia de misión. Lo hacen movidos por el Señor con un deseo profundo de dar sentido a su vida y servir a los demás. Mario Alcudia reflexiona sobre cómo esta experiencia transforma sus vidas. En el encuentro con el otro descubren el valor del amor compartido y la riqueza del dar, todo un testimonio de evangelización para esas personas que los reciben con los brazos abiertos

CUANDO EL DESCANSO SE CONVIERTE EN ENTREGA | FIRMA MARIO ALCUDIA
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En estos meses de verano hay que hablar de los miles de jóvenes que en este tiempo llevan a cabo una experiencia de misión, lejos de sus casas, una gran mayoría en países del Tercer Mundo.
Muchos de ellos coinciden en que lo hacen movidos por el Señor, con un deseo de dar sentido pleno a sus vidas en medio del vacío. Y es ahí, precisamente donde donde germina la semilla de la misión. Con su presencia en medio de estas personas, a veces tan necesitadas de lo más básico, quieren con su presencia ser abrazo.
Algunos viajan junto a sus comunidades parroquiales o religiosas, una experiencia con la que se dejan transformar.
Al ayudar a cambiar esas realidades, compartiendo con estas personas sus vidas, también sus corazones se ensanchan. Y cuando regresan, ya no son los mismos. Aprenden que la verdadera riqueza está en el encuentro, que el tiempo compartido es sagrado, y que la vida cobra sentido cuando se comparte y entrega.
Hablando con ellos uno entiende que esto es una vocación, una llamada del Señor que explica el que muchos repitan, aunque sea en lugares diferentes, porque descubren que la misión cambia la vida.
Chicos y chicas comparten lo que saben, porque muchos son estudiantes, pero lo más importante ofrecen lo que tienen y lo que son, poniéndose a disposición de las congregaciones, de los sacerdotes o del obispo de la diócesis a las que llegan y en las que siempre son recibidos con los brazos abiertos
Antes de partir celebran la Misa de envío porque es la Iglesia quien les envía. Escuchándoles queda claro que la misión cambia la vida para siempre. Su testimonio entre aquellas gentes pone en valor la importancia de la presencia de los misioneros en esos lugares del mundo donde la fe necesita arraigar. El testimonio, la vida basada en el amor, la entrega a ejemplo de Dios les convierte en sembradores de esperanza.