A mediados de diciembre del año 2021, el Congreso de los Diputados aprobó el Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados con el que se prevé cambiar el modelo actual de gestión de residuos. Uno de esos cambios pasa por la reducción del uso del Bisfenol A (BPA) en los productos alimentarios. El Bisfenol A es un compuesto químico que se emplea para fabricar envases de plástico, papel térmico y resinas que recubren la parte interna de las latas de conservas o refrescos, entre otros usos, por el temor a que su toxicidad pueda afectar directamente a la salud.

El Gobierno tenía previsto prohibir su uso en envases alimentarios a partir del 1 de enero del año 2023, pero el Senado ha rebajado estas expectativas, por lo que de momento se podrá seguir utilizando.

¿Qué es el Bisfenol A y por qué se quiere eliminar de los recipientes de alimentos?

Jorge Alcalde es divulgador científico de 'La Tarde' y ha explicado este martes que la Ciencia ha investigado si esta sustancia "tiene algún efecto sobre la salud o alguna posible fuga de esa sustancia al alimento que contiene". El divulgador ha matizado que no se trata tanto del hecho de que la lata pueda llegar a ser tóxica, sino que su mala utilización "pueda hacer que se escape ese Bisfenol al alimento o bebida que contiene".

A día de hoy, según Jorge Alcalde, "hay muchos datos que demuestran que un excesivo uso o una exposición excesiva al Bisfenol A podría producir algún tipo de enfermedad metabólica, del aparato reproductor y quizá algún tipo de cáncer". La realidad es que, al hablar de un uso excesivo, estamos hablando de una cantidad mayor "de la que habitualmente podríamos estar expuestos en el caso de una de estas fugas" pero "por precaución" se ha optado por poner límites a la exposición que "un ser humano puede tener a esta sustancia a lo largo de su vida".

Alcalde ha asegurado que la propuesta "es muy agresiva" y se pretende rebajar hasta 100.000 "el límite máximo que ahora está permitido". Tal y como ha explicado en 'La Tarde', actualmente está permitido en cuatro nanogramos. Su pretensión es que la industria busque alternativas para que se pueda reducir al máximo este componente. "Evitar al máximo cualquier tipo de contacto con esa sustancia y de riesgo de que pudiese entrar en los alimentos", ha apuntado. No obstante, ha recordado que hay que estar tranquilos, porque actualmente estos límites de seguridad "están muy por debajo de lo que sería tóxico para el ser humano" pero ha matizado: "No querríamos llegar nunca a esos límites".

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