"La soledad no deseada no es un fracaso individual, es una grieta social, una herida que no se cura con ruido, sino con cercanía, con el gesto simple de mirar al otro y reconocerlo"

La comunicadora de 'La Tarde' analiza la muerte de Antonio, que estuvo 15 años muerto en su casa y lo han encontrado por azar, y habla sobre la terrible situación de la soledad no deseada

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Antonio llevaba muerto 15 años en su casa. Sí, 15 años solo, rodeado de silencio y polvo. En el barrio de la Fuensanta, en Valencia, nadie echó en falta su ausencia. A nadie le pareció extraño porque él seguía recibiendo su pensión y los recibos seguían pagándose. Esto sucedió hasta que las lluvias de este pasado fin de semana, una filtración provocó el macabro hallazgo.

Los bomberos entraron por el balcón y encontraron lo que nadie quiso ver: que alguien puede morir sin que haya nadie al otro lado para echarlo de menos o para llorarlo. Una estremecedora historia que nos obliga a preguntarnos cuántos Antonios hay en nuestras ciudades, en nuestros barrios, en nuestras vidas.

La soledad no deseada no es una elección, no es retirarse voluntariamente ni disfrutar del silencio. Es permanecer completamente invisible. Es perder el contacto con los hijos, con los amigos, con los vecinos.

Pero, ¿qué está fallando en nuestra sociedad? ¿Por qué no notamos que alguien dejó de pasar por el bar, por la tienda del barrio o simplemente ya no nos lo cruzamos por la escalera? Porque vivimos tan inmersos en nuestras rutinas que nos olvidamos de mirar al lado y de preguntar.

Antonio tenía hijos, pero perdió el contacto con ellos cuando se separó hace más de 30 años. El hilo se rompió y esa vida invisible fue su condena silenciosa.

Y su caso no es un caso extraordinario. En España hay casi 5 millones y medio de personas que viven solas, según datos del INE. Y más de la mitad, tienen más de 60 años. Y muchas, muchas de ellas viven en una soledad no deseada.

Y no basta con que no haya denuncias ni ausencias, no basta con que los recibos se sigan pagando, porque muchas veces la señal más profunda de la soledad es su silencio, un silencio tan potente que puede durar 15 años.

La soledad no deseada no es un fracaso individual, es una grieta social, una herida que no se cura con ruido, sino con cercanía, con el gesto simple de mirar al otro y reconocerlo como parte de algo común. Y para combatirla se necesitan, entre otras cosas, pequeños actos, una conversación, una llamada, una puerta tocada a tiempo, porque no hay tragedia más grande que la de vivir sin ser visto, ni muerte más triste que la de ser descubierto simplemente por azar.

Visto en ABC

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