

"Fumar no es solamente un hábito, es una ruleta rusa donde la bala suele estar cargada"
La comunicadora analiza los datos extraídos de un estudio de The Lancet, en el que se asegura que en 2023 hubo 18 millones y medio de nuevos diagnósticos de cáncer y 10,4 millones de muertes por esta causa
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En 2023 hubo 18 millones y medio de nuevos diagnósticos de cáncer y 10,4 millones de muertes por esta causa. Fue el doble que en 1990 y la tendencia no se detiene porque en 2050 los nuevos casos crecerán un 61%. Se podrían diagnosticar hasta 30 millones y medio de nuevos casos en todo el mundo y las muertes podrían alcanzar los 16,6 millones, según un estudio de la revista The Lancet. La cifra, la verdad que impone asusta, pero no es una exageración apocalíptica. Es la proyección más realista que se maneja a día de hoy si seguimos viviendo tal y como lo hacemos.
Pero lo inquietante no es solamente la magnitud de la cifra, sino que según este estudio, buena parte de las muertes por cáncer se pueden prevenir. Hasta un 42% de las que se produjeron ese año en 2023. están vinculadas a varios factores de riesgo evitables. Y aquí surge la paradoja, sabiendo lo que sabemos, ¿por qué no actuamos ya?
Empecemos por el más evidente, el tabaco. Décadas de campañas, imágenes muy duras en las cajetillas, restricciones en espacios públicos y aun así sigue siendo uno de los mayores causantes de muertes por cáncer en el mundo. Fumar no es solamente un hábito, es una ruleta rusa donde la bala suele estar cargada.
El segundo gran factor es el alcohol. Lo tenemos en todas partes. Celebraciones, comidas de trabajo, salidas con amigos, familia. Sin embargo, los datos son claros. En 2024, hasta un 21% de las muertes por cáncer estuvieron relacionadas con su consumo.
Y la lista continúa. Dieta poco saludable, exceso de azúcar en sangre, obesidad, sedentarismo. Son enemigos cotidianos, invisibles, disfrazados de costumbres modernas, comer deprisa, movernos poco, vivir con estrés. Y está también la contaminación del aire, ese humo, esas partículas invisibles que respiramos día tras día en las ciudades que no se ven, pero penetran hasta lo más profundo de nuestros pulmones. Un asesino silencioso que aumenta el riesgo sin que apenas lo notemos.
Y a esto se suman los riesgos laborales, personas que trabajan expuestas a sustancias químicas, radiaciones, materiales peligrosos, gente que no tiene más opción que enfrentarse a ello para ganarse la vida y también las infecciones de transmisión sexual que en algunos lugares sin acceso a vacunación o prevención adecuada terminan derivando en tumores.
Pero hay otro dato que no podemos ignorar. No todas las poblaciones van a sufrir por igual. Los países con ingresos bajos y medios son los que más van a crecer la mortalidad por cáncer. Allí donde los sistemas sanitarios tienen menos recursos, donde el acceso a la prevención o al diagnóstico temprano es limitado, el golpe será mucho más duro. Y también hay diferencias de género. Los factores de riesgo no afectan igual a hombres y a mujeres.
Ante este panorama, la pregunta es, ¿estamos condenados? Y la respuesta es rotunda: no. Porque gran parte de estos factores de riesgo son modificables. La ciencia ya lo ha demostrado. La prevención funciona, las campañas de concienciación funcionan, las de salud pública firmes funcionan.
Regular el tabaco, el alcohol, la publicidad engañosa, apostar por la alimentación saludable en las escuelas, promover el ejercicio, invertir en investigación en diagnóstico precoz. Todo esto salva vidas. Al final, los que no lo que nos dice este estudio de la prestigiosa revista científica The Lancet es que el futuro no está escrito. La estadística es un aviso, no una sentencia. Podemos cambiar la trayectoria, podemos reducir esas cifras, pero para eso hay que empezar ya mismo.