
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado la atención la he visto hoy en la Vanguardia. En un estanque sereno, con el agua muy tranquila, saca su cabeza una pitón. Hay que fijarse con mucho cuidado porque las vetas marrones y de color crema de la piel de la serpiente imitan muy bien el color de la madera y podría confundirse con una rama. A la pitón le gusta confundir, hay que fijarse en los ojos que son como monedas gastadas que han pasado por muchas manos y en su boca cerrada que esconde una lengua llena de veneno. El engaño siempre es así, viene con palabras dulces que esconden la ponzoña. Se mueve la pitón sin hacer ruido, hasta asfixiar a sus víctimas. La pitón quita el aire sin que te des cuenta, te hace pensar que el mundo ha sido injusto contigo, te hace sentir que estás solo, te hace olvidar que el sol sale cada mañana, que al otoño le sucede el invierno y al invierno la primavera, la serpiente te hace contar y recontar lo mucho que te debeel destino, la serpiente es una gran tramposa en la contabilidad de la vida porque siempre consigue que todo está descuadrado. La serpiente mata porque mete en el corazón de sus víctimas la queja y el resentimiento. La serpiente mata porque despierta en sus víctimas una decisión que está antes de cualquier decisión, la decisión de estar enfadado, la decisión de seguir enfadado con la cuna en la que cada mañana volvemos al mundo.