Hernán Pérez del Pulgar: hazañas de un guerrero que conquistaba castillos en media hora

En los polvorientos márgenes de la frontera entre Castilla y el reino nazarí, nació uno de los personajes más fascinantes de la Reconquista: Hernán Pérez del Pulgar. Fue espía, embajador, estratega militar, cronista y un maestro de la propaganda personal

La Torre Salar conquistada durante el cerco de Loja, en 1486, por Hernán Pérez del Pulgar
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Mónica García

Málaga - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

 En los polvorientos confines que separaban Castilla del reino nazarí surgió una figura única, moldeada por la guerra y la ambición: Hernán Pérez del Pulgar. Fue espía, embajador, estratega, cronista de sí mismo y maestro en el arte de hacerse inolvidable. En una época en la que la gloria era tan codiciada como la victoria, este caballero de frontera no esperó a que lo recordaran: se encargó él mismo de dejar huella en la historia.  

Una tierra en llamas: la frontera

Durante los últimos años del siglo XV, Castilla y Granada vivían una convivencia imposible. Uno era un reino cristiano endurecido por siglos de guerra; el otro, una sofisticada pero frágil corte nazarí. Entre ambos, una franja inhóspita donde cada molino o pueblo podía convertirse en escenario de una emboscada.

La frontera era una zona sin tregua”, explica Guillermo Díaz en "La Noche de Adolfo Arjona". “Allí se criaban hombres endurecidos, que cazaban sarracenos al amanecer y rezaban al mediodía. Hombres obsesionados con el honor… y con que quedara constancia de él”En ese entorno nació Hernán Pérez del Pulgar, apodado con justicia “el de las hazañas”.

 Entre embajadas y asaltos relámpago  

Pérez del Pulgar era un noble menor de Ciudad Real: sin riqueza, pero con sangre lo suficientemente azul como para aspirar a grandes cosas. Supo escalar posiciones en la corte de los Reyes Católicos sin escándalos ni caídas, algo poco habitual en su tiempo Fue enviado a parlamentar con la Málaga nazarí en 1487, llevando palabras de paz. Lo recibieron con insultos y pedradas. No sacó la espada. Volvió y dijo: “Esta ciudad no se va a rendir. Hay que tomarla”.

Poco después, demostró su pericia en el asalto al castillo de Salar, un fuerte morisco entre Loja y Granada. Con solo 80 hombres, treparon sus murallas al amanecer en absoluto silencio, cuchillos entre los dientes, degollando centinelas mientras dormían. En media hora, el castillo cayó.

 El golpe al corazón de Granada  

La operación más legendaria de Pérez del Pulgar ocurrió en 1490, dos años antes de la caída final de Granada. Con 12 jinetes se adentró de noche en la ciudad, sumergiéndose en el río Genil. Alcanzaron la mezquita mayor, clavaron en su puerta un pergamino con el Ave María y la frase “Volveremos a rescatar” y prendieron fuego al zoco, generando pérdidas económicas enormes. Nadie supo cómo entraron, nadie supo cómo salieron.

“Cuando amaneció”, narra en los micrófonos de COPE el investigador y escritor Guillermo Díaz, “solo había guardias muertos y una advertencia clavada en la mezquita. La moral de los defensores se hundió”.

¿Y cómo se conocen tantos detalles? Porque él mismo los escribió. Su Crónica breve de las hazañas del excelente caballero Hernán Pérez del Pulgar no era solo un relato bélico: era su legado. Un influencer del siglo XV.

 La importancia internacional de la Reconquista  

La toma de Granada en 1492 supuso el colofón a una campaña de desgaste minuciosamente planificada por Isabel y Fernando. En Europa, la victoria fue celebrada como un gran triunfo de la cristiandad frente al islam, en un momento donde los turcos otomanos avanzaban con fuerza desde Oriente.

El catedrático Francisco García Fitz, experto en guerras medievales, explica en "La Noche de Adolfo Arjona" que “la repercusión fue enorme en Roma, en el centro de la cristiandad, y en muchas crónicas europeas. Granada era el último bastión islámico en Occidente, y su caída tuvo un enorme valor simbólico”.

 El caballero que se narró a sí mismo  

A diferencia de muchos héroes que murieron en el olvido o en la pobreza, Pérez del Pulgar fue reconocido en vida. Recibió tierras, cargos, sueldos y honores. Fue enterrado junto a los Reyes Católicos en la Capilla Real de Granada, un privilegio reservado a miembros de la familia real. Años después, sus restos serían trasladados, pero el gesto fue histórico.

Pérez del Pulgar no fue el Cid”, explica Guillermo Díaz, “pero sí fue el arquitecto de su propio mito. Si viviera hoy, tendría un canal de YouTube, una línea de merchandising medieval y un pódcast llamado Hazañas y Verdades”.

 

 

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