Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología: "Es imposible que un joven se independice si gana 1.200 euros al mes, pero los efectos realmente graves no los veremos ahora, sino dentro de 10 años"
Fernando de Haro sale a la calle para preguntar a los jóvenes acerca de uno de los grandes problemas que sufre España: la emancipación y el problema del acceso a la vivienda

El problema de la emancipación en los jóvenes, con Fernando de Haro
Madrid - Publicado el
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Conseguir una vivienda en solitario es hoy, para miles de jóvenes españoles, poco menos que una utopía. La combinación de sueldos bajos, alquileres al alza y un mercado laboral precario obliga a muchos a permanecer en casa de sus padres hasta bien entrada la treintena. “Si un alquiler te vale 700 euros al mes y mi sueldo es de 1.000, no me da ni para comer ni para nada”, lamenta Sara, de 22 años, cajera de supermercado, en un reportaje de Fernando de Haro en La Mañana Fin de Semana de COPE.
Sara, que lleva año y medio trabajando, asegura que le encantaría emanciparse, pero los números no salen. “Para vivir necesitaría un sueldo de al menos 1.100 euros”, calcula. Su situación no es única. Alberto, de 19 años, trabaja recogiendo basura, un empleo que califica de “duro", pero que le gusta. Aun así, ni se plantea irse de casa. “Está todo muy complicado”, confiesa mientras ahorra para un coche y, quién sabe, una vivienda “algún día”.

Interior de una vivienda
"LO PEOR SE NOTARÁ DENTRO DE 10 O 15 AÑOS"
Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología en la Universidad CEU San Pablo, resume el problema en dos palabras: imposibilidad material. “Es imposible que un joven se independice si gana 1.200 euros al mes”, afirma. Según explica, ese es el salario más habitual en España, mientras que la tasa de paro juvenil se mantiene entre el 25 y el 30%. “Las expectativas de mejorar son muy limitadas. ¿Cómo se pueden plantear alquilar una casa o formar una familia?”, se pregunta.
El experto advierte de que no se trata solo de una dificultad para emanciparse hoy, sino de un efecto dominó que afectará a toda la sociedad en la próxima década. “Los impactos no son a corto plazo, sino a medio y largo. Lo que pasa ahora lo veremos con toda su gravedad dentro de 10 o 15 años”, señala.

El sueldo de los jóvenes cada vez da para menos
Jiménez subraya que el problema no es únicamente económico. “Hay un cambio de valores: se prolonga la edad juvenil, se prima más el ocio y la permanencia en el hogar. Pero incluso quienes desean irse, simplemente no pueden”, explica. Esa imposibilidad real, insiste, acaba “desincentivando” a los jóvenes: dejan de imaginar siquiera un proyecto de vida independiente.
Carlota, de 27 años, es un ejemplo claro. Con una carrera, un máster y cuatro años de experiencia en una consultora, reconoce que se siente “afortunada” por tener un empleo fijo y bien remunerado. Sin embargo, sigue viviendo con su madre. “Plantearme irme yo sola a vivir es bastante difícil. A los 25 pensaba que a los 30 estaría fuera, pero en tres años lo veo muy complicado”, admite.
Hay un cambio de valores: se prolonga la edad juvenil, se prima más el ocio y la permanencia en el hogar. Pero incluso quienes desean irse, simplemente no pueden”
Profesor de sociología
LA EDAD PARA TENER AL PRIMER HIJO, POR LAS NUBES
El testimonio de Wilmari, camarera de 24 años, muestra otra cara de la misma realidad. Venezolana, emigró a España hace cinco años y, a diferencia de muchos jóvenes españoles, vive fuera de casa de sus padres. Pero el sacrificio es enorme: comparte piso con cuatro personas en Madrid y paga 450 euros por una habitación. “Gran parte del sueldo se va en alquiler y cada vez es más difícil. Además envío dinero a mi familia”, explica. Después de cubrir internet, suministros y gastos básicos, le quedan apenas 300 euros al mes.
Su caso refleja una tendencia creciente: el alquiler compartido como única vía para emanciparse, incluso para quienes ya trabajan a jornada completa.
El retraso en la edad de emancipación tiene implicaciones profundas. “La edad del primer hijo está por encima de los 30 años y los hogares con más de un miembro son cada vez menores”, advierte Jiménez. A su juicio, esta dinámica amenaza la estructura demográfica de España. “Los problemas de natalidad no se notan de inmediato, pero lo que ocurre ahora se reflejará en diez o quince años. Entonces veremos las consecuencias de que los jóvenes no puedan formar familias ni proyectos estables”.
Este retraso repercute en todo: desde la economía, que pierde dinamismo, hasta el sistema de pensiones, que depende de nuevas generaciones que cada vez llegan más tarde y en menor número.

15.000 jóvenes tuvieron que volver a casa de sus padres en Canarias tras emanciparse
La falta de vivienda asequible y los sueldos estancados se convierten así en un problema de país. “Debemos entender que es muy difícil que los jóvenes puedan construir una vida segura y con una perspectiva de futuro cierta”, insiste Jiménez. Su advertencia es clara: si la situación no cambia, España afrontará un escenario demográfico y social crítico.
Mientras tanto, historias como las de Sara, Alberto, Carlota o Wilmari se repiten por todo el territorio. Jóvenes con formación, con empleo e incluso con estabilidad laboral que no pueden dar el paso de independizarse. Un síntoma de que, como concluye el sociólogo, “los efectos realmente graves no los veremos ahora, sino dentro de 10 años”.