Abu, migrante camerunés, explica por qué siente que le tratan mucho mejor en España que en Alemania: "Aquí la gente es mucho más abierta a los de fuera"
Fernando de Haro visita la casa de los capuchinos en Madrid, que acoge a 12 migrantes para darles cobijo y una oportunidad para salir adelante

Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hablar de migración en España suele ir acompañado de estereotipos y prejuicios. Muchas veces se asocia a los migrantes con un uso excesivo de servicios sociales o con problemas de integración. Sin embargo, la realidad es más compleja y, en muchos casos, muy distinta a esa visión simplista. Detrás de cada persona que llega a nuestro país hay una historia de esfuerzo, aprendizaje y búsqueda de un futuro mejor.
En espacios como la Casa Boza, gestionada por los capuchinos en Madrid, se muestra una cara diferente: la de migrantes que estudian, trabajan y se forman para abrirse camino. Allí viven jóvenes procedentes sobre todo del África subsahariana, que reciben acompañamiento legal, apoyo en su integración y oportunidades de formación.

Fernando de Haro, en la casa de los capuchinos
"El trabajo es la clave de la integración"
Inmaculada Martín, coordinadora de la Casa Boza, explica que desde 2018 han pasado decenas de migrantes por este proyecto. "Nuestra experiencia siempre ha sido positiva. Algunos tardan seis meses, otros tres años, pero la mayoría sale con trabajo y eso les da independencia y estabilidad", señala.
Para ella, el empleo es el elemento central de la integración, aunque reconoce que también es necesario un acompañamiento cultural y social. "Aquí los chicos pueden contar con un mentor que les ayuda a entender cómo funciona la vida en España. Desde los trámites más sencillos hasta las costumbres, todo suma en el proceso de adaptación", afirma.

Muchos migrantes vienen a España a aportar, pese a los prejuicios de algunos
En la casa conviven jóvenes como Francis, llegado de Guinea Conakri, que ya ha conseguido empleo como mozo de almacén. Paga junto a otros compañeros 800 euros por un piso compartido y busca optimizar cada gasto para salir adelante. "Lo importante es ser autónomo y poder mantenerte con tu propio trabajo", explica David, el encargado de orientar a los residentes hacia el mercado laboral.
Este tipo de trayectorias muestran cómo, con formación y acompañamiento, la integración no solo es posible, sino que se convierte en una historia de éxito personal y social.
Entre esos jóvenes está Abu, que llegó desde Camerún y encontró en la Casa Boza un espacio de apoyo. Estudió pastelería y panadería y, aunque aún espera la resolución de sus papeles, tiene claro su objetivo. "En el lugar donde hice las prácticas, el jefe me dijo que en cuanto tenga los papeles me contratará", cuenta con ilusión.
Aquí los chicos pueden contar con un mentor que les ayuda a entender cómo funciona la vida en España. Desde los trámites más sencillos hasta las costumbres, todo suma en el proceso de adaptación"
Coordinadora de la casa
"EN ESPAÑA LA GENTE NOS TRATA BIEN Y NOS ENSEÑA SU CULTURA"

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Abu habla un español fluido y se siente plenamente integrado en la cultura local. "Veo a la gente de España muy divertida y buena. Te enseñan su cultura y su religión con naturalidad", explica. Su testimonio refleja que la acogida que ha sentido aquí ha marcado la diferencia respecto a otros países europeos.
Antes de llegar a España, Abu pasó por Alemania, pero su experiencia allí no fue tan positiva. "La cultura no es la misma", asegura. Y lo dice sin rodeos: "Aquí en España la gente es muy abierta a los que venimos de fuera, más que en Alemania".
Esa comparación resume el sentir de muchos migrantes que encuentran en nuestro país un entorno más cálido y cercano. A pesar de las dificultades burocráticas y del tiempo que tarda en llegar la regularización, sienten que España les ofrece una oportunidad real de futuro.
La historia de Abu y de otros jóvenes acogidos en la Casa Boza desmonta muchos de los discursos que circulan sobre la migración. Frente a quienes sostienen que los migrantes son un lastre, estas experiencias muestran que con apoyo, formación y empleo, se convierten en parte activa y productiva de la sociedad.

Fernando de Haro charla con varios migrantes que viven en la casa
"Es muy enriquecedor escuchar cómo ven la vida ellos. Yo he aprendido mucho de su experiencia", confiesa Inmaculada Martín. Su trabajo diario le permite constatar que la convivencia es posible y que la integración no es un mito, sino una realidad palpable.
Mientras espera sus papeles, Abu sigue soñando con abrirse camino en España como panadero. Su historia es la de tantos que llegan con lo puesto, pero con la voluntad firme de trabajar y construir un futuro.
En sus palabras se resume la experiencia de miles de migrantes que cruzan fronteras buscando un lugar mejor: "Aquí la gente es abierta". Y esa apertura, tanto social como personal, se convierte en la verdadera clave de la integración.