La pasada semana, el Banco Mundial alertaba del importante riesgo de estancamiento con elevada inflación mientras asestaba un hachazo a las expectativas de crecimiento global y disparaba las estimaciones de inflación.

La zona euro va a registrar un crecimiento del PIB del 2,5% en 2022 y casi del 2% en 2024.

Hemos podido apreciar una enorme subida de las de inflación por parte de la OCDE tras el hachazo del Banco Mundial. A eso hay que sumar la incertidumbre y la ralentización de la demanda externa de nuestra economía. Es decir, las previsiones no son buenas.

El recorte de estimaciones es bastante grande, pero en cuanto a España nos deja la siguiente conclusión: la OCDE certifica el fuerte empobrecimiento de la economía de nuestro país con una mayor inflación.

A todo esto, hay que sumar las dificultades que empieza a encontrar España para colocar su deuda. También es noticia que nuestro país, está colocando su deuda al precio más alto desde el año 2014. El pasado año, el tesoro español ofrecía una deuda al 0% de interés por el bono a diez años, que es el de referencia en los mercados, esta semana lo ha colocado al 2.5%.

La autoridad fiscal ha alertado al Gobierno de la situación vulnerable en la que deja las cuentas públicas por no fijar una estrategia presupuestaria de medio plazo.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha apuntado un descenso del consumo de los hogares del 3.7% en el primer trimestre del año. Y según datos aportados por un informe de CaixaBank Research, el consumo creció en mayo un punto menos de lo que lo hizo en el mismo mes de 2019, antes de la pandemia. En ese informe se apunta que “ese a los buenos datos de empleo, el entorno de incertidumbre económica y de presiones inflacionistas estaría afectando negativamente a las decisiones de gasto de los consumidores”.

Toca apretarse el cinturón y da la impresión de que hará más falta aún a partir del otoño.

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