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De “algún caso diagnosticado” a “no son necesarias las mascarillas”: un año de comunicación fallida en Sanidad

Redactor en COPE Castellón

Tiempo de lectura:4Actualizado17 mar 2023

En plena tercera ola del coronavirus, cuarta incluso para algunos, y con más de 40.000 positivos en 24 horas, cifra récord notificada por sanidad el viernes, en La Mañana del Fin de Semana hacemos un recorrido por las diferentes etapas que está viviendo la pandemia en nuestro país. Han pasado más de 300 días desde el primer Estado Alarma y ahora mismo estamos en un segundo que debería durar, al menos, hasta el 9 de mayo siempre que no haya cambios.

Una cronología del virus en España para saber cómo y de qué manera hemos afrontado diferentes situaciones. El punto de partida lo podemos poner en el pasado 31 de enero. Probablemente recuerdes aquellas palabras del doctor Fernando Simón: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso dianosticado”. Ojalá hubiese acertado pero no fue así. Poco más de dos semanas después se decretaba el primer Estado de Alarma y también la llegada de un duro duro confinamiento.

Es evidente que todo aquello nos pilló desprevenidos. El virus descontrolado y España sin algo tan esencial como los famosos 'EPIS' para nuestros sanitarios. Tampoco había test y algunos que compraba el gobierno eran incluso defectuosos. Por eso mismo los datos registrados en esta primera ola son los más engañosos. Nuestra capacidad para realizar pruebas de diagnóstico no se puede comparar en nada a la actual, con más de 500.000 por semana.

Polémica con las mascarillas

Otro elemento esencial que se ha incoporado a nuestras vidas es la mascarilla. Nadie duda de su función y de su efectividad para prevenir contagios, pero hace tan solo unos meses no parecía estar tan claro. El mismo día en el que Simón pronosticaba una leve incidencia del virus en nuestros país, Salvador Illa, en una entrevista en Telecinco, se mostraba rotundo con las mascarillas: “No hay que usar mascarilla por la calle, no es necesario. Se ha generado un pánico totalmente irracional”. El director del centro de emergencias y alertas sanitarias no variaba mucho ese discurso: “No es necesario que la población utilice mascarillas. Su uso sí que puede ser interesante en los pacientes con sintomatología”, llegó a declarar. Más allá de eso, los datos durante esas semanas hay que cogerlos con pinzas. Es díficil pronosticar una cifra exacta tanto de positivos como de muertes. Aunque el 31 de marzo, siempre según Sanidad, fue el día más negro: 849 víctimas mortales a causa de la COVID-19.

Triunfalismo tras la primera ola

Seguimos avanzando y nos situamos en el 21 de junio. Ese día acaba el Estado de Alarma y las comunidades avanzan en la mítica desescalada con un sistema de fases. Para muchos era el principio del fin. El presidente Pedro Sánchez era un claro ejemplo viendo lo optimista que se mostraba a principios de junio: “Unidos, las instituciones, todos los grupos parlamentarios y el conjunto de la ciudadanía española hemos vencido al virus”, decía con rotundidad en el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez, por desgracia, tampoco acertó.

Las altas temperaturas parece que ayudaban a controlar la expansión del virus. Las cifras mejoraban aunque aparecían “los nuevos brotes”. El foco se empezaba a poner en los jóvenes. En especial en los botellones. Fernando Simón incluso optaba por pedir una ayuda extra: “Creo que hay muchos influencers en España que pueden ayudar a controlar la pandemia”, decía en una de sus habituales comparecencias. Justo un día después de que Simón dijera esto se cumplían dos meses sin Estado de Alarma, el mencionado 21 de junio. Durante esa jornada se registraron 141 positivos. El 21 de agosto, 3.349. Otra diferencia. Cuando se acabó el Estado de Alarma había un par de brotes localizados en España. 8 semanas después se habían detectado ya unos 1.700 en nuestro país.

La reacción fue una serie de confinamientos “blandos”, sobre todo si los comparamos con los actuales. Algún cierre perimetral pero cierta libertad de movimiento. Muchos pudieron disfrutar de sus vacaciones. Fernando Simón el 30 de julio: “No hay evidencias de que estos brotes puedan significar algo más. No parece que sea una segunda ola”. También falló. Es complicado poner una fecha exacta, pero la confirmación de que la situación se estaba agravando la vimos unos meses después. El 25 de octubre Pedro Sánchez comparecía en rueda de prensa: “Comparezco para informar de que acabamos de decretar el Estado de Alarma y que entrará en vigor esta misma tarde”. Competencias para las comunidades y un marco legal para que puedan realizar sus propias restricciones.

La segunda ola la negaron durante varias semanas pero sobre la posibilidad de una tercera hablaron de inmediato. Y aquí tenemos todos parte de culpa. Sitios cerrados, sin ventirlar tanto por el tema del frío... Un contexto que favorece a la trasmisión del virus. Entre tanto, y ya saltando a las navidades, la mejor noticia: la llegada de la vacuna. El domingo 27 de diciembre, en la residencia Los Olmos de Guadalajara se vacunaba Araceli, de 96 años. Arrancaba la campaña de vacunación con las dosis de Pfizer. Un proceso que está siendo lento. A pesar de ello el Gobierno se muestra optimista y piensa que en verano pueden estar vacunados el 70% de los españoles. Es lo que aseuguró Salvador Illa el pasado sábado.

Lo cierto es que ahora mismo todavía no se está notando el efecto vacuna. Lo que sí que se está notando es el hecho de haber tenido 18 planes de navidad distintos y también de haber disfrutado todos de unas medidas insuficientes durante unas fechas clave... La consecuencia la vemos ahora. La incidencia acumulada en la última semana ha pasado de 321 a 575 casos cada 100.000 habitantes. Esa es nuestra realidad ahora mismo. Y a todo ello tenemos que sumar otro condicionante. Las nuevas cepas, en especial la británica, que trasmiten con mayor efectividad el virus: “Tendrá un impacto marginal, al menos en nuestro país. Es un impacto menor”, comentaba Fernando Simón. Alguno se ha echado a temblar.

Exprimiendo el Estado de Alarma

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Un escenario peor, como el que estamos experimentando, conlleva más restricciones. Ahora mismo estamos siendo más severos con cierres perimetrales en la mayoría de comunidades o adelantando el toque de queda. El ejemplo más drástico quizás sea Extremadura, que está con todos sus municipios de más de 5.000 cerrados. Ni hostelería ni ningún otro comercio no esencial pueden abrir. Tenemos también el caso de Castilla y León, con un toque de queda fijado a las 20:00 horas. Las comunidades exprimen al máximo el actual estado de alarma y quién sabe si habrá que modificar algunos aspectos. La puerta ya la han dejado abierta en Sanidad.

Lo que está claro es que las medidas, y también nuestros comportamientos, van siempre por detrás del virus y eso, en algún momento, debería de cambiar.

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