Las dudas sobre lo que llevaba en la mochila el acusado del crimen de Oza: ¿Qué iba a hacer con ello?
Pablo Muñoz, periodista de sucesos, explica en 'La Linterna' nuevos detalles de la investigación: el marido de la víctima y la mujer del acusado reconocen una relación

Las dudas sobre lo que llevaba en la mochila el acusado del crimen de Oza y qué iba a hacer con ello
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El 15 de enero de 2021, en plena pandemia, Cristina Núñez, una mujer de 33 años, se encontraba sola en su casa de la parroquia coruñesa de Porzomillos, en Oza-Cesuras. A las ocho de la tarde, mientras veía una serie de televisión, alguien llamó a la puerta: Pensó que se trataba de un repartidor, y cogió la cartera.
Cuando abrió, vio cómo el desconocido se lanzaba a por ella. El asesino sabía que no podía ir muy lejos, porque la mujer se había operado de una pierna unos días antes. Cerró la puerta de la casa y huyó escaleras arriba, pero el hombre la persiguió hasta alcanzarla. Al llegar hasta ella le puso el cañón de una pistola en la nuca y le disparó a cañón tocante.
Cristina murió en el acto. La mujer estaba casada y tenía un hijo de dos años. Un asesinado por el que fue detenido Alberto Serrano, de 52 años, que estos días se sienta en el banquillo de la Audiencia de La Coruña y para el que se piden 28 años de cárcel. El fiscal del caso describe lo sucedido como "una cacería". Pero la cosa no acaba ahí: víctima y verdugo se conocían, y sus respectivas parejas habían mantenido una relación amorosa durante nada menos que dos años.

Pablo Muñoz, periodista de sucesos, cuenta en 'La Linterna' cómo se descubrió el asesinato: "Fueron vecinos de esta vivienda los que alertaron a la Guardia Civil de lo que sucedía, no solo porque oyeron las detonaciones sino porque también vieron la persecución por el tejado... Así que llegaron al lugar muy pocos minutos después de los hechos" explicaba.
Una detención rápida
Gracias a esa llamada de los vecinos, "la detención fue muy rápida". El asesino se había dado a la fuga, pero estaba malherido y desubicado por la caída. Dos agentes de la Guardia Civil siguieron el rastro y se encontraron a Alberto Serrano escondido entre unas hierbas altas. Lo primero que dijo a los agentes fue "Yo no he sido". Cuando los guardias civiles le dijeron que había una mujer muerta, sufrió un infarto.
Según Muñoz, "los mismos servicios de emergencia que se habían desplazado al lugar para atender a la víctima, paradójicamente, le acabaron salvando la vida a su asesino, que al rato sufrió un segundo infarto del que pudo ser reanimado 'in extremis'. A unos metros de allí, el marido y el padre de Cristina Núñez lloraban su muerte y exigían "ver la cara de quien le había disparado"".
El desarrollo de la investigación
Lo primero que tuvo claro la Guardia Civil es que el móvil del asesinato no era un robo. "A las 6 de la mañana se fueron a descansar, y dos horas después ya estaban en el polígono en el que trabajaba la mujer del detenido. Allí descubrieron que el marido de Cristina Núñez era su jefe y que los dos — Pablo y Sandra— habían mantenido una historia amorosa durante un tiempo, que se había deteriorado hasta derivar en una denuncia por acoso laboral" explicaba.
Todo apuntaba a una historia de mentiras y venganza en la que Alberto Serrano, tuvo la última palabra. Cuando entrevistaron a la mujer del detenido, recopilaron los mensajes que Sandra y Pablo se habían intercambiado durante año y medio. Sandra era la que en la mayoría de las ocasiones entablaba la conversación. Él se dejaba querer pero ponía cortafuegos a los contactos íntimos, hasta que quedaron para verse.
De los whatsapps se interpreta que Sandra, la mujer del supuesto asesino, se dirigió a las inmediaciones de la casa de Cristina Núñez y Pablo, pero él no acudió a la cita poniendo una excusa. Cuando Pablo confesó a su pareja la relación con Sandra, el matrimonio con Cristina pendió de un hilo. No así el de Sandra con Alberto Serrano, que estaba más preocupado por cómo afectaría al empleo de su mujer en la empresa de reparto que por las conversaciones de su mujer con su jefe.
Es más; Cristina Núñez y Alberto Serrano, después víctima y verdugo, llegaron a entablar una conversación tras pedirle a sus parejas que cesasen la relación. Y en esta charla, Cristina amenazó con hacerle perder el trabajo a Sandra si no dejaba tranquilo a su marido, y se empezó a fraguar el crimen, según los investigadores.
La línea de defensa del acusado
"Aún está pendiente su declaración, que tendrá lugar esta misma semana" apunta Muñoz. "Aunque su defensa ya ha adelantado cuál será la estrategia. El abogado de Alberto Serrano insiste en que esa tarde lo acompañaba una tercera persona que fue la que empuñó el arma y que él solo debe ser condenado por un delito de robo con violencia. Sin embargo, las pruebas en contra de su cliente son potentes.

En el chaleco que llevaba puesto fueron detectados restos de pólvora y cerca de él los agentes descubrieron una bolsa semiescondida en la que había un arma compatible con la que realizó el disparo, una cadena, varios candados, unos grilletes y un cinturón de cuero, entre otros. La caja de las esposas estaba en el coche de Alberto al día siguiente junto al ticket de compra de una armería en la que se lo ve entrar y salir embozado.
Además, se había dejado el teléfono móvil en casa y tenía restos de sangre en la ropa y las manos destrozadas de haber escalado por la valla. "Sus huellas estaban por toda la casa y, cuatro testigos reconocen haberlo visto entrando en la vivienda y saltando por el tejado, sin que ninguno de ellos mencione a esa supuesta tercera persona, un amigo portugués llamado Paolo del que nada más se sabe" explica
Penas a las que se enfrenta el acusado
Alberto Serrano se enfrenta a 28 años de cárcel por parte de la Fiscalía y a prisión permanente revisable atendiendo a la petición de la acusación particular, que dice que la víctima era especialmente vulnerable en los hechos. Ante el tribunal se declaró "inocente del delito de asesinato", pero "culpable" de la tentativa de robo.
Entre las preguntas sin resolver, las partes pedirán detalles sobre qué pretendía hacer con los grilletes y con la cadena que llevaba a la espalda cuando atacó a Cristina, o si ella era su primer objetivo. Antes de conocer las respuestas, el jurado escuchará a Pablo y a Sandra, las parejas de la víctima y el asesino, respectivamente.



