

"Óscar Puente debería centrarse en su gestión y dejar de ser un incendiario, por mucho que piense en los beneficios que le puede traer"
Rubén Corral analiza en 'La Linterna' el carácter de los pirómanos y los incendiarios en distintos puntos de España que siguen amenazados por los fuegos. Por otra parte, los incendiarios también se encuentran presentes en otros ámbitos: de la mano de Óscar Puente, tras sus tuits atacando a la oposición.
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¿Pirómano o incendiario? Puede parecer lo mismo pero no lo es. Es decir, o hablamos de individuos con una patología mental que encuentran placer en prender fuego a los campos o estamos hablando de gente que provoca un incendio buscando un interés concreto. El resultado de la acción de ambos es el mismo; la motivación, diferente.
La diferencia entre uno y otro son los objetivos. En el caso del pirómano, según los especialistas, lo hace por sentir placer, bienestar o aliviar un sufrimiento psíquico que tiene. El incendiario, lo que está buscando es un beneficio. El incendiario lo tiene premeditado, todo está preparado, mientras que el pirómano se mueve por impulsos. Ya sabemos lo que dicen las estadísticas sobre el origen de los incendios: más del 90% tienen una causa humana. Descuidos como dejar colillas de cigarro encendidas, quemas de rastrojo incontroladas, quemas de terreno para acabar con plagas... Pero también tenemos que hacer referencia a aquellos que tienen un origen intencionado.
En lo que va de verano se ha detenido a 25 personas en España por originar incendios. A eso hay que sumarle cuatro detenciones en las últimas horas en Ávila, en Cádiz y dos en Galicia. En España provocar un incendio está penado con entre 10 y 20 años de cárcel. Las penas son mayores cuando el incendio supone un peligro para la vida o la integridad de las personas. Si repasamos las últimas detenciones, nos encontramos con que en Coruña, la Guardia Civil investiga una mujer de 34 años acusada de dos delitos de incendio forestal. En Ávila lo que nos encontramos es a un trabajador forestal que habría provocado el fuego por motivaciones laborales vinculadas a la extinción de incendios. En Cádiz se investiga un individuo que permanece ingresado en un centro hospitalario con quemaduras en las manos, debido a su implicación en el incendio de Caños de Meca.
Así, a simple vista, no parece que estemos hablando de individuos con patologías. Las consecuencias de la acción de pirómanos e incendiarios, al margen de hectáreas quemadas, desalojados y daños materiales, dejan ya dos víctimas mortales y varios heridos. Y es que los incendiarios, que parecen los mayores causantes de los fuegos de los últimos días, son muy peligrosos en todos los ámbitos. Se mueven por interés, poco les importa si sus acciones tienen consecuencias no deseadas, si aquello que causan es inconveniente para el interés general... Suelen actuar de manera premeditada y, en muchas ocasiones, para beneficiarse a ellos mismos o a otros. Poco importa si les pillan in fraganti, tienen interiorizado que es su trabajo y que tienen que hacerlo así.
En las últimas horas, hemos visto a un incendiario en plena actuación, a la vista de todos. Me refiero al Ministro de Transportes, Óscar Puente. En la madrugada del lunes al martes, Puente cogió su Twitter y comenzó su performance. Con dudoso gusto, acabó llamando “sinvergüenzas” a los adversarios políticos a cuenta de los incendios en Castilla y León y llegó a afirmar que los dirigentes del Partido Popular “no hay desgracia que no les pille de farra”. Es su papel, el papel que ha decidido representar y el papel con el que espera obtener algún beneficio.
La cosa llegó al punto de que la ministra de guardia, Elma Saiz, que ha cubierto en vacaciones a sus compañeros de Ejecutivo —por cierto, todo el mundo tiene derecho a vacaciones—, tuvo que salir a decir que lo importante ante la tragedia era la unidad.
Pero hoy nos hemos encontrado al Puente de siempre, al Puente retador, al Puente que se dedica a hacer oposición a la oposición. Hoy el ministro ha insistido en defender su performance, dice que no se ha cachondeado a nadie, sino que simplemente se ha limitado a expresar su indignación ante lo que él considera una mala gestión.
“Yo creo que quien se ríe de la gente es quien, después de cuatro días de incendio, sigue en Cádiz de vacaciones. Ese es el que se ríe de la gente. Y el que no ha aparecido por aquí, desde que está quemándose Tarifa y hoy creo que Huelva también. Eso son los que se ríen de la gente. Los hechos son los importantes”.
Puente considera que su trabajo de incendiario es una labor reivindicativa y se olvida de que él tiene una responsabilidad como ministro del Gobierno de España. Siendo ministro representa a todo el país y está al servicio de todos los ciudadanos. No debe utilizar las ruedas de prensa para atizar a la oposición.
Tal vez, el problema de Puente sea que confunde su papel: es Óscar Puente, ministro del Gobierno de España, no Óscar Puente, oposición a la oposición. Él sabe que este papel le expone ante la opinión pública y también ante la prensa. Y por eso hay que recordar que encargó un informe a la gente de su ministerio sobre las críticas e insultos que recibía —por cierto, seguimos sin saber cuál es la utilidad de ese informe para el resto de españoles que no sean él.
El caso es que su manera de entender la política es más la de un militante de partido que la de un gestor público. Y aquí, sobre su gestión, hay que hacer un par de consideraciones. Primera consideración: cuando se ha dedicado a gestionar, la verdad es que los resultados han sido excelentes. Un ejemplo de ello fue la gestión que hizo con los trenes de Valencia durante la dana. Se ofreció información precisa, contando la situación, explicando lo que ocurría, cuáles eran las incidencias, cómo se estaba trabajando y, en pocos días, se restableció el servicio. Durante aquellos días tuiteó lo necesario y su labor fue la de un gestor. Nada que objetar.
La segunda consideración es sobre la gestión de su negociado. Es mejorable en lo que se refiere a los trenes. Las incidencias en Renfe son habituales: hasta 600 trenes al día registraron demoras e incidencias en 2024. Lo dicen diversos informes del Observatorio del Ferrocarril, del Ministerio de Transportes, que dirige Puente, lo dice la propia Renfe y la estadística del Instituto Nacional de Estadística. Las estaciones de Madrid-Atocha, Madrid-Chamartín, Barcelona-Sants, Valencia y Sevilla fueron las más afectadas.
En lo que llevamos de año, no hay semana sin retraso. Algunos casos, estamos hablando de demoras de horas. Este verano, sin ir más lejos. Se han producido varios casos de viajeros detenidos en medio de la nada sin agua con temperaturas elevadas. Las últimas grandes incidencias fueron hace tres días: viajeros cuatro horas parados a 40 grados entre Madrid y Cádiz y 130 desalojados en Tarragona. Esos retrasos, con los que convivimos día sí y día también, son consecuencia, según el Sindicato de Maquinistas, de la falta de mantenimiento e inversión. Por cierto, una falta de inversión, en otros ámbitos, de la que Puente acusa a sus adversarios.
Bueno, ante su gestión, Óscar Puente se defiende argumentando que el 60% de los trenes son puntuales. Y digo yo, ¿no deberíamos aspirar a más? Incidencias siempre puede haber, pero lo normal, lo deseable, lo exigible sería que, prácticamente, el 100% de los trenes fueran puntuales, no el 60%. Conseguir eso sería una buena gestión.
Pero es que Puente ha ofrecido más datos. Dice que el 80% de los trenes tienen retrasos de menos de 15 minutos. Un retraso de 15 minutos ya es serio, puedes perder un enlace, por ejemplo. Y, además, saca pecho: asegura que solo nos supera el sistema ferroviario suizo. Ni nosotros como ciudadanos ni él como ministro nos debemos acostumbrar a que el 80% de los trenes en este país sufran retrasos de menos de 15 minutos. Y parece que nos hemos acostumbrado.
En definitiva, el ministro debería centrarse en su gestión, en su papel de gestor y debería dejar de ser un incendiario. Por mucho que piense que ese comportamiento le puede traer algún beneficio.