Diego Garrocho, filósofo: "En esta vuelta al cole, por fortuna, se ha puesto coto al uso de pantallas"
El profesor de Filosofía retrata en La Linterna con Ángel Expósito por qué siente alivio con la medida de algunas comunidades autónomas de prohibir dispositivos tecnológicos en las primeras etapas de la educación

Diego Garrocho
Publicado el
3 min lectura
La vuelta al cole de este curso no solo ha supuesto la rutina de mochilas cargadas y patios llenos de vida, sino también un cambio de rumbo en el modo de entender la educación. En su sección Filosofía de Bolsillo en La Linterna, el filósofo Diego Garrocho celebró con cierto alivio que varias comunidades autónomas estén limitando el uso de pantallas en las primeras etapas educativas.
“Por fortuna se ha puesto coto al uso de pantallas y, sobre todo, en las primeras etapas de la educación se han prohibido los dispositivos individuales”, destacó el profesor. Para él, este movimiento no significa un retroceso, sino la oportunidad de devolver a los niños al contacto con la escritura manual, los cuadernos y el aprendizaje pausado.
Una vuelta a lo esencial
Escucha filosofía de bolsillo

La vuelta al cole y las pantallas | Filosofía de bolsillo
Garrocho reconoció con ironía que esta medida supone “tristeza para los niños y alivio para los padres”, pero insistió en que se trata de una decisión positiva. “Volver a la goma de borrar, a las pinturas, a los cuadernos y a la escritura” es, a su juicio, un retorno necesario a la esencia de la enseñanza.
La tendencia reguladora no es aislada. Según publicó COPE Madrid, la decisión de los colegios madrileños afectará a medio millón de alumnos que volverán a una educación “a la antigua usanza”. Y no solo Madrid: Murcia, Cataluña, Galicia o Asturias ya han anunciado normas similares que limitan el uso de tabletas y portátiles en el aula.
Una estafa tecnológica
Más allá de la nostalgia, el filósofo subrayó un aprendizaje incómodo. “Hemos vivido en una estafa sostenida durante demasiado tiempo donde habíamos confiado en que la innovación tecnológica era un valor por sí mismo”, afirmó.
Garrocho alertó de que detrás de ese impulso digital hubo intereses económicos poco transparentes: “Ha habido muchas personas llenándose los bolsillos con esta prédica tecnológica que llenó de cacharritos las universidades y los colegios”. En su opinión, el resultado ha sido comparable a “meter dinero en una trituradora de papel”.

Un niño se distrae con el teléfono móvil durante una clase en el colegio
Una reflexión que enlaza con lo que ya adelantaban expertos educativos en La Tarde de COPE, al señalar que a veces es necesario tomar medidas drásticas para proteger el aprendizaje frente a los excesos de digitalización.
El debate sigue abierto
El propio Gobierno central ha dado un paso al frente con una normativa que obligará a todas las escuelas a regular el uso de dispositivos digitales, como explicó Félix Bolaños recientemente. El objetivo, además de mejorar los resultados académicos, es proteger la convivencia familiar y reducir la dependencia tecnológica.
En paralelo, surgen voces críticas. Profesores como Sonia, entrevistada en La Linterna, sostienen que “el problema de las pantallas no se soluciona solo prohibiendo”, y que el equilibrio debe ser parte de la estrategia pedagógica.

Los estudiantes de secundaria (de unos 12 años) trabajan con sus computadoras portátiles en su aula.
En cualquier caso, el consenso social parece inclinarse hacia una mayor contención. Y no solo en la política: directores de colegios ya han explicado en COPE Fin de Semana por qué, en algunos casos, consideran todavía necesario mantener ciertos usos de la tecnología bajo control docente.
Papel, escritura y cuadernos
El análisis de Garrocho deja entrever que lo que está en juego no es un capricho metodológico, sino el futuro de una generación. La lista de argumentos que defienden el regreso al papel y la escritura manual incluye:
- Mejorar la capacidad de concentración.
- Reducir la distracción que generan las pantallas.
- Fortalecer la memoria a través de la escritura a mano.
- Recuperar la convivencia familiar sin tareas digitales constantes.
- Evitar el negocio indiscriminado de dispositivos escolares.
Para el filósofo, este debate revela que la innovación no siempre significa progreso. “Lo que hemos aprendido”, concluyó, “es que debemos cuestionar el valor automático que otorgamos a la tecnología y recuperar lo que siempre funcionó en la educación”.