"El hogar de la esperanza" es el nombre de un centro situado en una colina a las afueras de Yaoundé, la capital de Camerún. En él, niños de entre 6 y 7 años hasta pasados los veinte, ríen, juegan y cantan. Su historia no es fácil, son niños de la calle que han abandonado su entorno familiar por la violencia o la miseria. El padre Alfonso Ruiz es un jesuita riojano que se ha pasado toda su vida en África. Cuando llegó a Camerún tomó el testigo de unos compañeros italianos y lleva 17 años ayudando a estos chicos a reinsertarse en sus propias familias

"Son niños que por razones - habitualmente familiares - han sido abandonados y han vivido en la calle. Dormir, comer, jugar, trabajar, drogarse... todo en la calle. No hay ninguna persona adulta que se sienta responsable de él", dice Alfonso. El futuro de todos estos chavales está ligado a la reinserción familiar y social. Precisamente esta es la finalidad del centro: que puedan encontrar un hogar. Para Alfonso, cuando no vuelven a ver a un chico "Es un éxito. Aproximadamente el 50% de ellos encuentra un hogar".

Emigrar y llegar a Europa sigue siendo el sueño de todos estos niños. Las condiciones en las que viven les obliga a pensar que en otro sitio estarán mejor. El propio Alfonso reconoce que vivió esa situación cuando fue a Alemania a trabajar como peón. "Se imaginan que allí van a encontrar trabajo, que eso va a cambiar su vida y que podrán revertir el dinero. Van a jugarse la vida por llegar".

La historia de Lionel

Lionel hoy es uno de los monitores de este Hogar de la Esperanza pero su historia es una de las más impactantes. Siendo un crío tuvo que huir de su hogar porque era maltratado. En la calle encontró al padre Alfonso y como él mismo reconoce su vida cambió. En el hogar aprendió a leer, a escribir y obtuvo una formación. Años después ha querido devolver todo lo que le dieron y a día de hoy es uno de los monitores que se encarga de ayudar a otros niños de la calle.