Mario Alcudia: "Adviento, tiempo para abrazar nuestra humanidad herida"
Mario Alcudia reflexiona en su monólogo sobre el tiempo litúrgico que comenzamos

Mario Alcudia: "Adviento, tiempo para abrazar nuestra humanidad herida"
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
En medio de un ambiente de crispación, de desaliento, de desesperanza, Dios nos vuelve a dar una oportunidad. Así se nos presenta el Tiempo de Adviento que vamos a comenzar este domingo. La crisis del mundo actual, que es política, económica y social, es también y sobre todo, una crisis de Dios... Es aquí donde encontramos la clave para responder a los grandes desafíos que afligen a la humanidad.
En su audiencia del miércoles decía el Papa que podemos ser considerada la primera civilización de la historia que globalmente intenta organizar una sociedad sin la presencia de Dios, la uniformidad y los delirios de omnipotencia nos traen a la memoria la historia de la torre de Babel. El pensamiento único y la búsqueda de poder son tentaciones peligrosas.
El Señor que puso su tienda en medio de nuestras miserias, nos regala un año más este Adviento que nos recuerda al grito de amor de un padre que invita a su hijo a no desperdiciar su vida. Como nos recuerda Francisco, para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento, purificándonos de la superioridad y de la hipocresía.
Nos adentramos en un tiempo de gracia para quitarnos las máscaras; para liberarnos de las autosuficiencias, para confesar nuestros pecados y dejarnos sorprender por la grandeza de la misericordia de Dios. Hay que disponer el corazón y afinar los sentidos.
Como te decía, no son tiempos fáciles pero nuestra esperanza es cierta. Dios sale a nuestro encuentro de nuevo para abrazar nuestra humanidad herida. Su cuna se aloja hoy más que nunca en medio de tantas guerras, de crisis humanitarias y de una desigualdad creciente.
Este Adviento tenemos una nueva oportunidad para no dejarnos cegar por las luces de la apariencia y de la superficialidad a través de esa mirada que se compadece y se llena de ternura. El Señor viene para despertar nuestras rutinas, para encender una Luz que no se apaga y que nos alumbra sin deslumbrarnos. Este Adviento debe prepararnos para estrenar una nueva vida



