Los movimientos eclesiales son un don, una riqueza en la Iglesia, dice el Papa Francisco en su último vídeo de oración, que ha visto la luz estos primeros días de mayo. Y no habla en abstracto, en general, sino que les pone rostro, nombre: ¡Estos son ustedes!, afirma expresivamente el Santo Padre.

Dice Francisco que los grupos eclesiales hablan idiomas diferentes, a distintas generaciones, a distintas vocaciones, pero se entienden siempre y, lo que es aún más importante en el mundo en que vivimos, se hacen entender. El Papa invita a seguir al servicio de las parroquias y de los obispos. También valora ese saber estar en movimiento, no estancados ni encerrados, respondiendo al impulso del Espíritu Santo y a los desafíos del mundo de hoy. Y me ha llamado mucho la atención cómo destaca, entre todas esas capacidades de los movimientos, lo valioso que es permanecer en armonía con la Iglesia. Esta, dice el Papa, es un fruto del Espíritu Santo. Así que este mes, la Iglesia católica reza por uno de sus mayores tesoros, la inmensidad de los carismas expresados en la vida de movimientos y grupos que atienden la diversidad de un mundo que busca a Dios aún sin saberlo.