La odisea de Pablo Nemo: el hombre que ha cruzado África a pie para encontrar el sentido de la vida
El exbailarín que lo dejó todo para recorrer África a pie, una aventura de 11 países y más de dos años para entender qué nos hace humanos

Pablo Nemo | Un café con Alberto Herrera
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La pandemia fue para muchos un punto de inflexión, pero para Pablo Nemo supuso el inicio de la mayor aventura de su vida. Este exbailarín, sintiendo que le faltaba 'un porqué, un sentido a las cosas', decidió dejarlo todo y emprender un viaje épico: recorrer África de norte a sur, completamente solo y a pie. Con una mochila de 15 kilos a la espalda, se ha lanzado a una odisea de más de dos años por 11 países para 'entender lo que nos hace más humanos'.
De ruta a peregrinación
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Pablo Nemo | Un café con Alberto Herrera
El viaje, que comenzó como una ruta, pronto se convirtió en una peregrinación. En el barrio de Soweto (Johannesburgo), conoció a Gogo, una chamana de la comunidad Zulú que, tras una revelación, le aseguró: "Pablo, tú estás destinado a terminar este viaje, y además, no solo este viaje, sino que estás destinado a dejar algo en este mundo". La vidente le instó a abrir una Biblia al azar, que se detuvo en David contra Goliat, y a recoger una piedra del lugar como símbolo de su destino.
A partir de ese momento, la chamana le indicó que su deber era descubrir ese legado. "Recogerás una piedra en cada uno de los lugares que tú sientas durante tu viaje", le dijo. Y así fue, Nemo ha ido recogiendo piedras en lugares como la montaña sagrada de los Masái, el desierto del Kalahari o la Gran Pirámide de Giza, convirtiendo la aventura en una conexión espiritual.
Estás destinado a dejar algo en este mundo"
Supervivencia en la naturaleza salvaje
La travesía no ha estado exenta de peligros que han puesto a prueba su instinto. Una noche, en el desierto del Kalahari, los rugidos de unos leones se fueron acercando hasta darse cuenta de que no uno, sino dos, merodeaban alrededor de su tienda de campaña. "Pasé toda la noche en vela, casi ni respirando, sujetando un palo transversal en la tienda", recuerda Nemo. En otra ocasión, en el delta del Okavango (Botsuana), un hipopótamo macho cargó contra su 'mokoro', una barca tradicional, obligándole a huir y arrastrar la embarcación por el agua para escapar.
Pero el viaje también le ha regalado encuentros mágicos, como el que tuvo con una familia de bosquimanos en el Kalahari, una de las últimas culturas cazadoras-recolectoras del planeta. Aunque solo compartió unas horas con ellos por respeto, fue testigo de su sabiduría ancestral: "Alucinaba el conocimiento que tienen de las raíces", explica, además de verles hacer fuego con un palo o descubrir que almacenan agua en huevos de avestruz bajo tierra para la estación seca.
La corrupción de Zimbabue
El rostro menos amable del continente lo encontró en Zimbabue, donde fue arrestado por un policía de paisano por no llevar mascarilla. Tras ser esposado a una transeúnte y llevado a comisaría, Nemo decidió jugársela: "Me hice pasar por periodista y les dije: 'Yo estoy documentando la corrupción en la policía de Zimbabue'". La tensión aumentó cuando le exigieron 1.000 dólares o acabaría en prisión.
Lejos de amedrentarse, Nemo afirmó conocer al hijo del presidente y hasta fingió una llamada telefónica. El pulso duró horas, pero finalmente la estrategia funcionó. "Volvió con un hombre muy uniformado y me dijo: 'Esto ha sido un malentendido, amigo mío'", relata sobre el surrealista episodio que terminó con una disculpa y su puesta en libertad.
He llorado de belleza"
Su viaje ha culminado con honores, como ser nombrado embajador en Zanzíbar o recibir la medalla de honor en Egipto, donde pudo entrar en la Cámara del Rey de la Gran Pirámide. Para él, no es una tumba, sino "un mensaje codificado en piedra para la humanidad". Esta idea es la semilla de su próximo proyecto, 'El Templo', una serie documental para peregrinar a los siete 'chakras de la Tierra', lugares de poder conectados por líneas invisibles.
Tras dos años, 15.000 kilómetros y un sinfín de rostros, Pablo Nemo confiesa que lo que más le ha hecho llorar ha sido "la soledad" y no ver a su familia. Sin embargo, también asegura que "he llorado de belleza", como al ver a los elefantes recorrer el Kilimanjaro. Esta experiencia, concluye, le ha servido para redescubrir la esencia de la vida: "Lo bonito, lo esencial, lo humano es esto, las experiencias de la vida, es tocar personas".
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



