Hay una amplia lista de grandes actores del cine, que colapsaron en sus vidas privadas. Cine y drogas han ido muchas veces de la mano. Solo en los ochenta, la lista de drogadictos en Hollywood es interminable, y los centros de desintoxicación cada vez más numerosos.

La muerte joven, como la de John Belushi, uno de los siete miembros del Saturday Night Live, un salvaje, y un ejemplo de tenerlo aparentemente todo, y por dentro no tener nada a favor. Esas vidas como las de Belushi, las ha retratado Juan Tejero, en “Los renglones torcidos de Hollywood”. Dice que Belushi que "se empeñó en autodestruirse", pero también que cuando Hollywood crea a una estrella "también es capaz de destruirlas", y es que "Hollywood le dio la espalda a figuras tan destacadas como Judy Garland.

Lo que marca la diferencia entre un artista que no gestiona bien su fama y pierde su volundo, y el que desarrolla un gran ego, es la personalidad. "han habido personajes vanidosos, incluso que fueron más famosos por su vida que por sus producciones". Todos probaron el fracaso después del éxito, "por eso la caída es tan tremenda". 

Muchos acabaron arruinados, enfermos y solos. ¿Por qué nadie se ocupó de ellos? Tejero le contesta a Herrera que "porque eran rebeldes". Y es que dice que "los artistas podían desmadrarse pero sin que el público lo supiera, porque en cuanto se sabía, se encargaban de ellos".

Fueron muchos los genios que dejaron huella, pero no se adaptaron a los cánones de los directivos: caso de Orson Welles, o Buster Keaton. De la lucha contra esta fama, contra los propios demonios y las adicciones, solo una gran figura ha sobrevivido: Liza Minelli. Si seguimos hablando de vivos, dice Juan Tejero que "todos los políticos escriben con renglones torcidos, porque vivimos una etapa que da miedo". Quizá, lo del Congreso, sea una reproducción de algún clásico de Hollywood.