Miro al gobierno atrapado en sus propias artimañas. Si hay algo en lo que Sánchez y los suyos son auténticos maestros es hacerse trampas en el solitario. Mientras en el asunto del espionaje sigue habiendo muchas más incógnitas que certezas, los buenos datos sobre el empleo, que lo son, guardan en su interior un par de engaños, que más pronto que tarde, terminarán por poner en evidencia que no es oro todo lo que reluce.

Las cifras de Yolanda Díaz

Además del crecimiento tan exponencial como mayoritariamente inútil del empleo público, vemos como los empleos fijos, de los que tanto presume Yolanda, son en su mayoría a tiempo parcial o fijos discontinuos. Es decir, que ese apresurado e impostado adiós a la precariedad, tiene mucho de artificio.

Casi tanto como el poder sindical que trabaja para el gobierno, porque muchos trabajadores están firmando sus convenios en las empresas, las de verdad, en la que los accionistas se juegan su parné, pasándose las recomendaciones y chulerías del Sordo y el fulares, por el arco del triunfo.

Cuanta más pasta reciben UGT y CCOO, más corren espantados los trabajadores, los de verdad, los que se dejan el lomo para llevar una sopita a casa, mientras los liberados sólo utilizan las herramientas, sobre todo las tenazas, para romper las patas de las centollas.

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