Raúl: "Mi amigo Pedro es un fenómeno, tiene un 600 y se empezó a pudrir el suelo así que se le ocurrió alicatar el suelo del coche con azulejos de baño"
Los oyentes de 'Herrera en COPE' desvelan las modificaciones más insólitas que han visto o hecho en sus vehículos, transformando coches en piezas únicas

Escucha 'la hora de los Fósforos' de este lunes 10 de noviembre
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El programa 'Herrera en COPE', dirigido por Alberto Herrera, ha abierto los micrófonos a sus oyentes en la sección 'la hora de los Fósforos' para compartir las modificaciones de coche más sorprendentes y chapuceras. Las historias van desde soluciones ingeniosas para el día a día hasta auténticas transformaciones que convierten un vehículo en algo completamente nuevo.
Uno de los testimonios más llamativos ha sido el de Rubén, quien ha relatado cómo él y sus amigos llevaron el concepto de botellón a otro nivel. Ante la falta de música en el coche, decidieron instalar un 'home cinema' completo. La idea fue más allá y terminaron metiendo un microondas en el maletero para calentar pizzas a las cinco de la mañana.
Del 'Batmóvil' al taller casero
La creatividad de los oyentes no tiene límites. Inma ha contado que su marido, un "friki de Batman", cambió el emblema de su coche por el símbolo metálico de Batman, convirtiéndolo en el 'Batmóvil' para sus hijos. Por su parte, Felipe ha recordado a su vecino, que cada pocos meses pintaba su coche "con pintura acrílica y su rodillo", una obra de arte con un resultado más que cuestionable.

batman coche detalle
Más inquietante es la experiencia de María, residente en un pueblo de Navarra, que relata la surrealista estampa que ve desde su ventana: "De vez en cuando me aparcan un coche con un ataúd encima". Según explica, no se trata de un coche funerario, sino de un vehículo particular cuyo dueño usa el ataúd a modo de baca para transportar objetos, algo que le provoca tal "yuyu" que prefiere bajar la persiana.
Soluciones ingeniosas que rozan lo ilegal
Algunas modificaciones demuestran un ingenio extraordinario, como la del padre de Alberto, que hace 35 años modificó un Jeep descapotable para que arrancara "con una combinación de botones" en lugar de con la llave, al más puro estilo de un código de desbloqueo. Otro oyente, José, ha compartido su experiencia en la Cruz Roja, donde transformaron un Seat Panda en una ambulancia improvisada para transportar enfermos, con el sanitario encajado entre el asiento trasero y el portón.

La nostalgia también ha tenido su espacio con la historia de José Luis, que en su adolescencia construyó un carro para un pequeño coche junto a sus amigos para ir de romería. Con el fin de financiarlo, rifaron una yogurtera "cuatro veces porque no le tocaba a nadie". Y en el capítulo de reparaciones extremas, destaca el amigo de otro oyente que, ante el suelo podrido de su SEAT 600, no tuvo mejor idea que "alicatar el suelo del coche con azulejo de baño", lechada incluida.
Frente a estas historias de pasión por la personalización de vehículos, emerge una visión completamente opuesta, la de aquellos para quienes el coche no es más que un 'cacharro con ruedas'. Así lo expone el cronista Antonio Agredano en sus 'Crónicas Perplejas', donde comparte una reflexión sobre su total desinterés por el mundo del motor y la conducción.
Agredano confiesa no ser el tipo de hombre que aspira a un 'coche grande, oscuro', describiéndose al volante más como 'Sor Citroën que a un protagonista de anuncio de BMW'. Su experiencia se reduce a un Seat Málaga que estrelló en Córdoba, un incidente que puso fin a su interés por tener coche propio y le llevó a preferir el transporte público y plataformas como Blabacar.

Antonio Agredano
Para él, el verdadero placer no reside en conducir, sino en 'que me lleven' y poder ser el copiloto. Actos cotidianos como aparcar, cambiar de carril o circular por una rotonda le generan un profundo nerviosismo. De este modo, Agredano se desmarca de los clichés que vinculan la masculinidad con los 'coches de gran cilindrada', el vino tinto o los relojes grandes.
Su relato ofrece una metáfora vital en la figura del conductor averiado: 'esperar a la grúa en el arcén también se parece a la vida'. 'Quien no se ha sentido así, ridículo y solo, esperando a que alguien nos rescate', reflexiona, llevando la anécdota de una avería a una experiencia universal sobre la vulnerabilidad, muy lejos de la autonomía que se le presupone a un vehículo. Escúchalo aquí.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.




