De víctima a educadora social: la joven de Cantabria que plantó cara a su padre con 10 años y dejó todo atrás para buscar una vida mejor lejos
Sofía Basurco tiene hoy 23 años y ha pasado por los micrófonos de 'Herrera en COPE' para hablar sobre su infancia llena de maltrato

Sofía Basurco, en Herrera en COPE
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En España hay algo más de 50 mil menores tutelados y Sofía Basurco fue una de ellas. Ha pasado por los micrófonos de 'Herrera en COPE' para aclarar como funciona este sistema y la situación hoy en día de los menores tutelados por el gobierno, y los errores que se cometieron en su infancia, que no se deben repetir hoy en la actualidad.
Basurco tiene 23 años, vive independizada y trabaja en la "casa de los muchachos", en Torrelavega, en un piso tutelado. Es una casa de protección en la que viven ahora mismo 9 menores, pero deberían vivir 8, la razón detrás de esto es que "hay muchos, por lo que hay sobre plaza y no se da abasto, pero es necesario cubrir estas plazas. Tenemos un grupo de educadores y hacen turnos rotativos, siempre están acompañados".
Una infancia llena de violencia y maltrato
La Lucia de los 9 y 10 años tuvo una infancia complicada donde la violencia física era lo común y se da cuenta de estos episodios. Ha contado en 'Herrera en COPE' que tras el fallecimiento de su madre, ella y su hermana vivían con su padre, un maltratador.
Basurco comenta cómo era su día a día en esa casa: "Las mañanas eran complicadas, no se le podía tocar la puerta a mi padre hasta que fuera hora de ir al cole". Cuenta que una mañana, cuando tocaba la hora de salir al cole, su padre decide no llevarla y le toca irse caminando: "Me tuve que ir caminando al cole 20 o 30 minutos, lo que hacía que llegara tarde."
Comenta que a su padre muchas veces se le olvidaba buscarlas en el cole y tenían que esperar largos periodos de tiempo. En casa muchas veces la encerraba en su habitación y tenía que pedir permiso para ir al baño o ir a tomar agua.

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Le tocó hacer la cena para su padre y su hermana: "Muchas veces no había comida en casa, él dejaba monedas en la mesa y teníamos que ir a comprar para cocinar, si no no cenábamos".
A raíz de estas situaciones, empezó a contarlo en el colegio. Ha explicado que no fue nada fácil porque hay que saber cuándo y a quién se lo contaba, por el riesgo de lo que pudiera hacerle su padre, porque había discusiones graves donde la puso en el balcón y la amenazaba con matarla.
Hubo momentos en los que el colegio lo llamaba para sesiones de mediación familiar, pero hacía las cosas peores para Basurco: "Él iba a reuniones al cole por esto, de puertas para fuera le parecía todo bien, pero de puertas para dentro me pegaba, castigaba y me culpaba".
PUNTO DE QUIEBRE
Basurco ha recordado la noche que la hizo tomar la decisión más importante de su vida: "Hubo una noche donde mi vida corrió peligro, pensaba que esa noche no iba a contarlo y salir con vida, me rompió el teléfono, y me hizo romperlo con la pata de una silla".
Además, ha añadido: "Me levantó a las 12 de la noche, me puso a barrer, y a fregar los platos mientras me iba empujando". Ha confesado a Alberto Herrera que a la mañana siguiente tomó la decisión de abandonar su casa, aprovechando que su padre llevó a su hermana al colegio: "Hice la maleta y me fui corriendo a las puertas del instituto".
pisos tutelados
Ha denunciado un gran problema de los pisos, porque al haber tantos jóvenes, cada uno tiene distintas necesidades. Esto hace que muchas veces sean enviados a recursos que no son acordes a ellos y sus necesidades. Basurco ha explicado que la Ley de Protección del menor tiene dos partes: "La Ley separa dos tipos de menores: unos con medidas judiciales y otra de protección de menores".
Ha explicado a Alberto Herrera que utiliza hoy sus redes sociales para dar voz a este problema y ayudar a la mayor cantidad de jóvenes en esta situación: "Yo tuve valentía para contarlo, pero muchos menores, tenemos la obligación social de denunciar". Defiende que los trabajadores tienen que estar bien preparados y saber detectar los indicadores.
Basurco cuenta su experiencia viviendo en uno de estos pisos: "Es complicado porque llegas y tienes que compartir habitación con 9 chicas que tienen recorrido". Comenta que ellas saben que estás en tu periodo de adaptación y te ponen a hacer las cosas que saben que no se puede, vas de primera".
Para ella el mayor choque de realidad fue, sobre todo, la intimidad: "Te revisan tus cosas y además compartes cuarto y el baño, vienes de tener tu habitación y tu privacidad a esto".
Al ser peguntada si saco relaciones de esa etapa, es muy variado, según ella, "con las compañeras terminé mal porque nos hacíamos cosas malas; otros cuando salen no quieren tener nada que ver con esa etapa de sus vidas, y otros ya no están porque se la quitaron".