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Los romanos también se iban de vacaciones, llevaban la casa a cuestas y sufrían grandes atascos

Paco Álvarez, escritor y autor de Romanos de aquí, vuelve a Fin de Semana con Cristina para hablarnos de cómo se tomaban su periodo de descanso nuestros ancestros

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Cristina López Schlichting
@crisschlichting

'Fin de Semana' COPE

Cristina López Schlichting / Miguel Soria

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 12:20

Paco Álvarez nos quiere demostrar en Fin de Semana con Cristina que somos mucho más romanos de lo que creíamos. Él es autor de “Romanos de Aquí” y nos habla de vacaciones porque…los romanos también se iban de veraneo. No es broma: “Los que podían, se iban de vacaciones e incluso tenían casitas en la playa o en el campo”, explica Paco, que añade que “los viajes de la ciudad a la segunda residencia eran toda una odisea porque el transporte, lógicamente, no era tan magnífico como ahora: ni coches ni aviones ni nada, solo carruajes que originaban unos atascos épicos. Además se llevaban de todo, la casa a cuestas”.

Para viajar “el vehículo más popular para estos largos viajes era el llamado carruca, de cuatro ruedas, que era tan amplio que permitía incluso dormir a bordo. Por el camino había cada quince kilómetros una ‘Mutatio’, que era como una estación de servicio, donde atender o curar a las bestias, cambiar las ruedas y se supone que tomar un refrigerio. Cada 30 kilómetros, que era la distancia normal que se recorría en un día, había una Mansio, donde el Mansionario, es decir el mesonero, nos ofrecería una cena y un lugar donde pasar la noche a salvo. Y así día tras día a la carretera hasta llegar al lugar de vacaciones. Hay que pensar que en recorrer los cuatrocientos y muchos kilómetros que hay, por ejemplo, de Madrid a Benidorm, en una carruca tardaríamos quince días, así que más nos valdría tener más de un mes de vacaciones, porque si no, se nos iba a hacer pelín corta la estancia”.

Y tal y como pasa hoy en día, también en esa época había sitios de moda para pasar las vacaciones: “Ya lo creo. Entre las ciudades de veraneo romanas donde había que tener una casita en la playa si se quería estar a la moda destaca Bayas, la antigua Baiae (en italiano Baia), a sólo algo más de ocho días desde Roma. Baiae era un conjunto de mansiones impresionantes construidas cerca de unas termas cuyas aguas medicinales eran famosas ya en el siglo II a.C. y con una costa estupenda, con playita y todo. De su nombre viene todas las bahías del mundo y allí tenía casa todo el mundo: Julio César, Adriano, Craso, Lúculo, Pompeyo, el orador Hortensio, Clodia, Cicerón…”.

Por supuesto se cumple lo que uno puede imaginar: eran vacaciones pero también había lugar para la fiesta, sobre todo noche: “Parece que era como Ibiza en día de fiesta, había juergas en la playa y en los barcos anclados en la bahía noche sí y noche también. Para muchos romanos conservadores, Bayas era un nido de perversión y desmadre. Pero claro, todo depende de quién lo viva, porque Ovidio decía que era «el lugar más apropiado para ligar» y a la vez también afirmaba que la gente venía a Baiae a curarse el cuerpo con sus termas pero volvía con heridas en el corazón (hoy diríamos con el ‘corazón partío’). Varrón decía que en esta ciudad “los viejos juegan a ser jóvenes y los jóvenes juegan a ser doncellas”. En resumen, que el desfase de verano era menudo y eso que no tenían discotecas”, concluye nuestro romano favorito.


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