Detergentes, perfumes y hasta limpia zapatos que nos marcaron: olores que dejaron huella
Fernando Ruiz-Goseascoechea, autor de ‘¿A qué huelen los recuerdos?’, pasa por Fin de Semana con Cristina para presentar su libro y recordar fragancias de hace unos cuantos años

Detergentes, perfumes y hasta limpia zapatos que nos marcaron: olores que dejaron huella
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Despertarse con el olor del café recién hecho, de las tostadas calientes y de un desayuno sano y rico y entonces llenarte de buen humor. Las fragancias de unas sábanas limpias colgadas. En resumen: una conexión entre experiencias humanas y olores que llega en forma de libro, ‘¿A qué huelen los recuerdos? Marcas que dejan huella’, escrito por Fernando Ruiz-Goseascoechea.
Fernando ha pasado por Fin de Semana con Cristina, donde asegura que “se vincula una música con un olor y la explicación hay que enmarcarla en la época de posguerra, cuando no había tv, y muchos recordarán que la radio estaba encendida las 24h, y la potencia de sus mensajes eran increíbles. Por otro lado era el descubrimiento de, después de la guerra, de la obsesión tremenda por la desinfección, y luego por los detergentes, que fue una gran explosión con la llegada de las grandes multinacionales de detergentes. Todo coincidió fue una tormenta perfecta: la radio y los inventos que llegaban”.
“Los olores de hace 40 o 50 años eran mucho más fuertes que los que percibimos ahora”, asegura Fernando, que lo achaca a las legislaciones y la evolución del mercado, y sigue explicando que “estamos entre el bombardeo permanente publicitario y que además era conversación entre las vecinas y madres. Todo el mundo hablaba y repetía las sintonías de la radio y de olores impresionantes. El armario de la cocina de mi madre era la cueva de Alí Babá, olía a todo y era muy potente. Recuerdo el Vicks VapoRub, que lo usaban las madres para cuando uno estaba resfriado y te irritaba la nariz pero el olor no lo olvidabas jamás, o el Réflex en los gimnasios. Se han ido suavizando por las legislaciones de tal manera que las cosas huelen menos. Si ahora vas al supermercado y pasas por delante de la pescadería prácticamente no huele a nada”.
El autor reconoce que “todavía tenemos a mano y a disposición de nuestro olfato cosas que huelen exactamente igual que hace 40 años, son muy pocos, pero quedan. Un ejemplo son las colonias y los perfumes, que yo recuerdo mucho la laca que usaba mi madre, un olor muy fuerte, yel Channel 5 que se ponía antes de salir por la noche. Son cosas que todavía siguen oliendo igual, por fortuna”. Por cierto, el olor de este anuncio costó la friolera de 33 millones de dólares, el segundo más caro de la historia. Contaba incluso con Nicole Kidman de actriz y lo dirigió Baz Luhrmann, el famoso director de musicales como Moulin Rouge o El Gran Gatsby.
“Ahora está el tema del marketing sensorial y cómo puede prosperar”, afirma Fernando, que añade que “es complicado porque trata de reproducir olores que realmente existieron y que son difíciles de recuperar, y de eso trata el libro”.
“Los anuncios eran maravillosos y estábamos muy atentos a ellos porque los consumíamos”, detalla el autor: “El jabón Heno de Pravia es un clásico y se sigue usando. O la colonia Nenuco, olores muy caseros de toda la vida. Hay un olor profundo inolvidable, el de Canfor, el limpia zapatos, como una esponja y un tubo que acabó con la venta de betunes”.
También hay mención por la medicina, y Fernando explica que es “por el olor de las farmacias, es inconfundible, y había muchos olores míticos, como ciertos caramelos o aguas minerales. Algunos de ellos, como el Redoxon, es inolvidable, y las vacunas e inyecciones también”.