"Mañana la Iglesia honra a más de 1.000 mártires cristianos. Si un hombre puede arrodillarse en una playa de Libia para rezar el padrenuestro mientras lo asesinan... hay esperanza"

Cristina López Schlichting reflexiona este sábado sobre la esperanza y recuerda que este domingo serán honrados más de 1.000 cristianos asesinados en Libia en 2015

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¡¡¡Muy buenos días España!!! Es sábado 13 de septiembre y Cristina López Schlichting te saluda en nombre de todo el equipo que te acompaña sábados y domingos de diez a dos del mediodía. Bienvenido si pasabas por aquí, gracias por quedarte y sumarte a esta pandilla de amigos de COPE. 

El tiempo, el tiempo hace hoy retales por toda España, qué cosa más curiosa. Es todo un mosaico de contrastes. Me explico, chubascos por el nordeste (Pirineos, litoral catalán y cordillera ibérica). En segundo lugar, mucho calor en el mediterráneo y el sur. Y finalmente temperaturas en aumento en Canarias, norte de Galicia, Cantábrico y centro. Las máximas superarán los 35 grados en el Guadalquivir y las mínimas no bajarán de 20 grados en esa misma zona y el mediterráneo. A las once vamos a pedir los detalles y el pronóstico de la semana próxima a nuestro Jorge Olcina.

Enseguida vamos a comentar las principales noticias con Antonio Jiménez, pero antes voy a comentarte una que seguro no va salir en ningún informativo al uso. Es un asunto conectado con una de las cosas que más me han impresionado en la vida. Y mira que he visto cosas. Tal vez recuerdes el asesinato de 21 jóvenes cristianos coptos en febrero de 2015 en las playas de Libia. 

Los terroristas de la yihad islámica se molestaron en grabar aquel horror y la belleza del mar azul hizo más patente aún la crueldad de la escena. 21 encapuchados de negro entraban en escena flanqueando a los hombres vestidos de naranja, se colocaban detrás de ellos y los decapitaban con una sangre fría cruel. 

Los jóvenes asesinados no hacían grandes aspavientos, pero murmuraban, se advertía en las estremecedoras imágenes que movían los labios. La madre de uno de ellos dio públicamente las gracias a los terroristas por la idea atroz de coger con la cámara la escena, porque ampliando el sonido, le permitió el consuelo de ver que su hijo murió musitando el padrenuestro. Nunca lo olvidaré.

Pues bien, estos 21 hombres y otros 1603 hombres y mujeres van a ser honrados mañana en Roma, en un homenaje convocado por León XIV que ha invitado a todas las confesiones cristianas a una celebración ecuménica en la basílica de San Pablo Extramuros.

Durante año y medio de trabajo se han identificado y confirmado las identidades de 1.624 personas asesinadas por su fe religiosa entre 2000 y 2025. Son mártires, mártires como los arrojados a los leones o crucificados en su día. En dos mil años de historia seguimos sin cambiar. Los hay de África, de Asia, Oceanía, América, Oriente Medio, Magreb y Europa. No falta ningún continente

Los hay que murieron en iglesias de todo el mundo, en plena celebración, o muertos en su propio convento, como las misioneras de la Caridad de Yemen, que trabajaban en un asilo. O en plena calle. Muchos tuvieron tiempo para perdonar a sus asesinos. Gente que cuidaba de los descartados de la sociedad, que promovía la paz y el perdón. Personas que, como dice Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, son contemporáneos que podríamos haber conocido personalmente en nuestra vida y que, de hecho, muchos han conocido.

Curiosamente, la celebración de mañana en su memoria no es un funeral, sino parte del Jubileo de la Esperanza que se celebra este año convocado por el Papa Francisco. Porque son hombres y mujeres alucinantes que creyeron en Dios y proclamaron que Dios les era fiel también en circunstancias adversas.

Esta semana, conversando por teléfono con una amiga de Alemania que ha caído gravísimamente enferma de una enfermedad degenerativa, me ha comentado desesperada que va a quitarse de en medio. Uso las palabras que me ha dicho, quitarse de en medio. Ya lo hizo su hijo, muy enfermo de cáncer de pulmón en su día y otra amiga común. Toman pastillas según una fórmula tipificada para el suicidio y se matan.

"¿Qué hace que uno se desespere hasta quitarse la vida fríamente y otro tenga una esperanza tan fuerte como para entregar la existencia en paz?"

No hago más que pensar en ella y rezar y me sobrecoge la distancia entre su legítima desesperación, que tal vez fuese la mía si me encontrase en su circunstancia y en esas 1624 personas que han sido asesinadas y han muerto en paz, perdonando a sus enemigos. Verdaderamente, qué contrastes vivimos los seres humanos.

¿Qué hace que uno se desespere hasta quitarse la vida fríamente y otro tenga una esperanza tan fuerte como para entregar la existencia en paz? He pensado que me conviene meditarlo. Porque la muerte nos acecha absolutamente a todos, de un modo u otro, y quizá vivir de un modo u otro hace una diferencia también en el modo de existir.

Y, a la luz, de todo esto, he entendido mejor algo que dijo ayer en Cope el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. “Nos mienten diciendo que todo va mal

Nos mienten diciendo que todo va mal”, estoy de acuerdo José. No es verdad. Si un hombre puede arrodillarse en una playa de Libia para rezar el padrenuestro mientras lo asesinan, hay esperanza. Si una madre o un padre luchan en España por sacar a sus hijos adelante, si tantos y tantos pelean por encontrar un trabajo, si otros tantos cuidan a sus ancianos o sus enfermos, si muchos se esfuerzan por ser mejores cada día con los que les rodean, hay esperanza. 

Esperanza para las guerras, para acabar con el hambre, para mejorar el mercado laboral, para colaborar en hacer mejor nuestra sociedad. Estos mártires del siglo XXI nos señalan al horizonte.

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