En El Espejo nos hacemos eco del llamamiento de la organización católica Manos Unidas a no olvidar la situación en Haití, uno de los países más pobres del planeta. Después de los últimos terremotos que tuvieron lugar en octubre de 2018, ya están en marcha los proyectos de emergencia que aprobó Manos Unidas para ayudar a la población, que sufre además una gran inestabilidad política.

Lucas Bolado, coordinador de proyectos de Manos Unidas en Haití, Caribe y Brasil ha recordado que en el terremoto del 2010 fallecieron 300.000 personas, que son muchas más de las que murieron en Hiroshima y Nagasaki. "Es un país que era muy pobre y quedó absolutamente devastado", ha dicho.

Este técnico de Manos Unidas ha contado que aunque en los siguientes años llegó mucha ayuda, ésta se ha ido retirando y cada vez hay menos apoyos. "De hecho, -ha dicho- la misión de la ONU, que estaba para estabilizar el país, se está retirandeo. Las instituciones de la Iglesia (congregaciones, Cáritas) son las que más permanecen". 

L. Bolado ha contado que es muy complicado trabajar en Haití por las pocas infraestructuras con las que se cuentan y por los niveles de corrupción. En estos momentos los principales proyectos de Manos Unidas están destinados a activar la producción local, así como a construir escuelas y dispensarios médicos.